10. März 2013

Cochabamba




Cochabamba



Cosecha de coca secándose en Agrigento
Escribo esta crónica en un hotel de la selva de Chapare, en Villa Tunari, a 160 km de Cochabamba. Hace una tarde que podría ser mediterránea (el último sol enciende las ramas más altas de los árboles, la flores sacan sus colores defendiéndose de la creciente oscuridad) pero el crepúsculo subtropical es cortísimo: pronto será de noche y hora de cenar; apuro el culo de una botella de vino y masco hojas de coca (que se cultiva aquí al lado) con „bica“(-rbonato).
 El efecto“cocaína“, ese „no-se-nota-pero-jodo-que-sí“, es genial („La coca da todo lo que se pide en una oración“). 
Y como con la euforia puede desbocarse un poco el texto, pues lo advierto.


El día que salimos de Tarija, el cielo se caía a chaparrones. Las calles se habían vuelto ríos y la portera del aparthotel nos dijo que las lluvias durarían y podrían causar catástrofes. 
También nos auguró que el vuelo seguramente se retrasaría. La situación estaba tan descentrada que tuve que ser yo quien se ocupara de las maletas porque el taxista „chapaco“ (=tarijeño) ni se bajó para meterlas en su vehículo ni para sacarlas al final de la carrera y, encima, se permitió cobrar una tarifa (ligeramente) desmedida. (Pero ¿quién discute por 10 Bobs? Apunto sin embargo la anécdota porque, de alguna manera, me llamó la atención su „desfachatez“,  porque después he recordado aquella actitud en otros contextos y, puedo estar confundido, pero me parece que esta es la nueva conciencia proletaria despertada por Evo. La reconozco de los dependientes de las tiendas de Leipzig-RDA). 
El aeropuerto de Tarija es pequeño, limpio, „coqueto“, por emplear una palabra que era prolija en el cálamo de mi correctora de  Anaya y que a mí me levantaba sarpullidos: Un hotel coqueto, un museo coqueto, corregía aquella coqueta típarraca!. A la entrada tiene una plaza llamada „Plaza De Los  Tres Pasos Al Frente“ (!!!) y, al final del aparcamamiento, una foto del „Toti Tui“ cuando llegó a decir alguna misa por aquí, seguramente en el mismo viaje en el que cantó la inefable misa del film „El baño del Papa“.
En el aeropuerto nos corroboran que hay algún retraso y que nos avisarán. Cuando se supone que nos tienen que avisar, nos dicen que el vuelo de la mañana se ha suspendido y que podemos reservar asiento para el vuelo de la tarde. Mieerda! Y nosotros saliendo con esta lluvia y sin haber visto la biblioteca y el convento de los Franciscanos, que dicen que es fabulosa, por falta de tiempo.
Flughafen Tarija
 Pululan por el hall algunos militaretes armados, otros hay en la pista, pero no les prestamos atención. Como no es cuestión de volverse a Tarija, nos sentamos en el café a jugar un poco con el blog, a leer la prensa online y ahí está la noticia, en prímera página: Evo ha nacionalidado esta misma mañana y lo ha hecho público en Cochabamba, las acciones de la SEBSA, compañía de servicios aeroportuarios de capital español! Lo que no me explico es cómo lo ha sabido El País apenas media hora después. Por lo visto se trata de lo de siempre: afan de lucro de los chorizos de la multi, falta de cumplimiento de inversiones contratadas, demandas de empleados sin atender, nóminas sin pagar, pistas de aeropuertos llenas de baches... Tranquilizados, porque no es el diluvio universal, nos damos una vuelta por la Plaza De Los Tres Pasos Al Frente, e intentamos llegar al Toti Tui, pero no sabemos cómo. 

Denkmal "Nur drei Schritte bis zur Front"

El vuelo es normal. El avión de la BOA es más amplio que los de Iberia, los precios son imbatibles (40 € Tarija-Cochabamba). Llegamos bien. Un taxista pulcro y educado nos lleva a nuestra casa y nos cobra menos que el taxista chapaco de la mañana.




El hotel o lo que sea

Nuestra casa de huéspedes en Cochabamba es uno de los modelos más logrados de la página „airbnb“. Es un chalet, en cierto modo como el de Salta, con patio delantero y un gran jardín trasero, rodeado de rascacielos. Nuestra habitación, con terraza y baño, nos cuesta unos 20 € por noche. La gran cocina es común. Es un hostel para adultos: una pareja de holandeses que trabajan en proyectos de una ONG, una holandesa que acaba de llegar, un norteamericano que da clases de flamenco (!) y de inglés, un filipino al que aún no hemos visto en pelo... además, dos apartamentos edificados en el jardín en los que vivían los padres de la pareja holandesa que se fueron a poco de llegar nosotros y un matrimonio mixto (holandés-boliviana) que pasó seis meses aquí...
Es un alojamiento céntrico: En diez minutos estamos en la plaza mayor de Cochabamba, en dos minutos en la avenida del Prado, centro de bares y restaurantes. Inmejorable.


Cochabamba

No sé si tendrá algo que ver con las Cochimbambas, pero es de esas ciudades de sonoro nombre que encandila. Ahora, si me preguntaran en qué parte del mapa está situada, no sé si sabría decirlo. Es lo que tiene llegar a los sitios como un saltamontes. Cochabamba es grande, casi un millón de habitantes, y está alta, a unos 2600 m sobre el nivel del mar. 
Hay que mascar hojas de coca por necesidad, aunque sea distintivo de clase (baja) ir por la calle con el carrillo lleno. Apenas se deja notar el soroche a ciertas horas del día, pero nuestra actividad disminuye, los movimientos se vuelven un poco lentos, a la hora de la siesta la cama es ineludible, aunque nos levantamos tarde. 
Cochabamba tiene un clima privilegiadamente agradable y una calle para estarse todo el día en ella. No hemos hecho otra cosa. Pasear, orientarse en la estratificación social de los barrios, sentarse en los cafés, buscar „ciberlocales“... De alguna manera se nos ha tenido que pasar la semana sin que nos hayamos dado cuenta!


El café París es un poco más pequeño que el Gijón, pero con estilo. En la plaza hay un par de rincones donde, al atardecer, se reunen los tíos a leer las hojas del periódico colgadas, a discutir de religión o de política, a presenciar juegos malabares o de magia, lugares así vimos en Cuzco y otras ciudades de Perú. 
Son magníficos los puestos de venta de fruta y, mejores, los carritos ambulantes de zumo de maranja pelada. Limpios, sanos, baratos, entretenidos: desde ver como se pela la naranja como si fuera un pollo „al ast“ o un asado „al palo“, hasta admirar con que precisión la sirve la pulcra vendedora. A espaldas de la catedral hay un curioso lugar de aire medioevo-mecanizado: En un plaza, unos veinte escribanos sentados en mesitas delante de sus „Olivetti“ escriben cartas, instancias, denuncias, declaraciones... 
Y eso en plena era del E-Mail! También fuimos a ver un museo arqueológico con fósiles de animales, cerámicas y momias incas, un convento de San Francisco que podría ser como el de las Carmelitas de Arequipa, pero mucho menos ostentoso. Sin embargo su arquitectura desnuda y austera no deja de tener atractivo.

Un día pasamos por delante del Teatro Achá y el portero nos invitó a pasar. Admiramos el bonito interior „art decó“ y, como dos días después actuaba el Ballet Folklórico de la Paz („Bafopaz“), volvimos para ver la actuación.

Lo más memorable: por 30 bobs vimos a 40 personas bailar o tontear en escena durante casi 3 horas. El espectáculo fue informativo, a caballo entre los de la Sección Femenina y el Parque Sindical.

...y la Cancha!


Cancha debe ser uno de los pocos vocablos quéchuas que ha permeado en el léxico moderno, idiolecto deportivo.  A lo mejor si se escribiera „Qancha“ se revalorizaría su exotismo. Digo yo que debe ser quéchua porque en Cuzco existía la „Coricancha“ del templo del sol y la „Inticancha“ en el Macchu Picchu. 
La „Cancha“ de  Cochabamba es un terreno enorme, como cinco o seis  ( o veinte o treinta?) campos de fútbol dedicados al comercio. El mayor laberinto de callejones, tenderetes, puestos, calles y pabellones que he visto en mi vida. No conozco Hongkong (ni para comprobarlo voy a ir allí), pero estoy seguro de que la cancha de Cochabamba no le va a la zaga. Hay lugares sucios, llenos de barro cuando llueve, hay lugares modernísmos, en los que te sirven un licuado mientras te decides a comprar. 
En el cancha se encuentra de todo: desde electrodomésticos nuevos a trajes de Armani falsificados o auténticos. Fuimos a comprarnos un jersey para cuando subamos al altiplano, y nos perdimos. Despues de tres horas de pulular por callejones de campaña encontramos uno en el que vendían „chompas de llama“ y, tan cansados como estábamos, una risueña vendedora nos  metio entre risas los artículos que le dio la gana (por 25 €). Luego seguimos extraviados por allí casi dos horas más. Por fin, alguien nos supo indicar una salida directa hacia el centro, precisamente en dirección contraria a la que llevábamos.

Volvimos después otro día para coger una micro hacia Tarata y no osamos entrar en ningún edificio, pero anduvimos kilómetros hasta llegar al microbús „Trufi“ („Taxi de Ruta Fija“).




Tarata,  patria chica de Melgarejo


Cuando me enteré de que el tirano Mariano Melgarejo (ya iba a poner Mariano Rajoy) había nacido en Tarata, un pueblo de nombre tan trompetero, a sólo 30 km de Cochabamba, llegar allí se convirtió casi en una necesidad. El trufi nos costó 5 Bobs por persona.


Melgarejo fue un bestia. Lo más parecido en el bestiario español que se me ocurre es Queipo de Llano o similar, con la diferencia que Bolivia, hoy día, se avergüenza de Melgarejo y, en España, Queipo de Llano tiene calles a su nombre. Fue un militar chusquero que se autoascendió a dictador mediante golpe de estado y estuvo desde 1864 a 1871 en el poder. Finiquitó la guerra del Guano dejando a Bolivia sin mar y comenzó la guerra del Salitre con los peores auspicios imaginables, para privar a Bolivia de Atacama. Chile, y su aliada Inglaterra, se beneficiaron en ambas contiendas. En sus intentos de soborno, los chilenos le regalaron dos perros de caza y un caballo blanco que el bautizó con el nombre de Holofernes. Tiranuelo, campechano, chistoso, déspota, Melgarejo se mueve entre el chiste y la tragedia por la historia de Bolivia. Me encontré con él en Chile, donde fundó una de las ciudades salitreras del norte, Antofagasta, llamada así porque Melgarejo tenía una finca en la (actual) Argentina, en Antofagasta de la Sierra, cerca de La Rioja y, no sé dónde, leí los pactos que Melgarejo firmó y fue como leer un texto de Gila. Por supuesto, las ganancias del guano y del salitre se las repartieron entre Inglaterra y Francia. Cuando llegó un astuto petrimetre francés, le Barón de la Rivière, a negociar con Melgarejo, este le preguntó por qué se llamaba barón. Es un título, le respondio el noble, y Melgarejo, agarrándose los cataplines, le contestó: „pues en este país, varón es el que nace con los huevos bien puestos y los mantiene bien puestos toda la vida“. Ese era Melgarejo. Hizo de Tarata la capital de Bolivia en una época en que Bolivia tenía capitales móviles como la España de los Reyes Católicos y, en Tarata, donde nació en una humilde casa del barrio de tintoreros, se construyó un palacio presidencial y un puente sobre un arroyo sin agua para que Holofernes no se manchara en épocas de  riada.
Tarata es un pueblo incluso pintoresco. 
Tiene la ventaja, sobre los normales en esta parte de Sudamérica, que no está trazado a escuadra, según las normas coloniales, que es de adobe, lo que da cierta consistencia estética y que tiene tejados de  teja „árabe“, que aquí se llaman „musleras“ porque están moldeadas con los muslos de los tejeros. Podría ser un pueblo de la sierra de Salamanca o de la alta Extremadura, salvando distancias y sólo para hacerse un idea.



En la plaza, desde la oficina de Turismo, se asciende a un pequeño museo municipal. Nos guia el propio encargado de la oficina, un señor apellidado Mamani, con cara de indígena y lengua de trapo.  A Mamani le sorprende nuestra llegada. Nos pregunta qué deseamos y cuando le respondemos que información, se levanta de un salto nos ofrece asiento y se dispone a aclararnos dudas en actitud de tomar el te o el café. Pero nosotros no tenemos dudas, sólo queremos un plano del pueblo. A falta de más conocimientos le suelto el nombre de Melgarejo y, entre avergonzado y orgulloso, se enreda en las contradicciones de una apología destructiva digna del personaje. Imposible repetir sus frases y más con la distancia. Nos subió arriba y nos enseñó su colección de fosiles y de cerámicas precolombinas; luego el uniforme del tirano, sus guantes, su gorro („Su cráneo, no, que se conserva en la iglesia, tratado convenientemente para conservar su pelo y su barba“). 
Nos mostró fotos en las que se le ve con su gabinete („era de estatura normal, pero se sentaba en tres cojines para parecer más alto“) y una pollera y una blusa de alguna mujer de su casa („Fíjense qué finura de tejido“), Sabine, que apenas entiende nada de lo que dice, saca fotos y, la última, esa de mamani con la falda superpuesta, le hace soltar un risita avergonzada, pero no se atreve a decir que la destruyamos. Tampoco sabe que va a ir por los espacios siderales haciendo el ridículo.

En el museo hay también una colección de portadas de Tarata. Son portadas „capitalinas“, con un buen marco y las anchas hojas de madera cortadas en forma lobulada. 

Una de ellas es la del palacio Presidencial y Mamani pierde los estribos en su descripción: „es una portada suntuosa, tiene columnas barrocas y arcos románticos, capiteles dóricos como las de los templos romanos y está llena de influencias mozárabes“. Eso dijo exactamente. Para no olvidarlo, apunté  en mi libreta todos los estilos que nombró.
El patrón de Tarata es San Severino. Un santo romano que quién sabe cómo fue a parar allí. A las afueras, cerca del barrio de tintoreros y atravesando el río seco por el puente de Melgarejo, se llega al convento del Santo, regido por los franciscanos. 
Un cura vasco, pues, nacido en San Sebastian, nos enseña lo que nada tiene que mostrar: todo está reconstruído y renovado con dinero de  la iglesia alemana („!alabado sea Ratzinger!“). En honor a Sabine nos ganamos una visita especialmente prolija. 
El nos cuenta que fue un fraile alemán el que trajo las reliquias de San Severino, uno que los pocos  santos que Wojtila no defenestró. Actualmente el convento sirve para hacer ejercicios espirituales y esos trips de oración a todo confort que tanto parece gustarles a los Frailes Menores.
Qué más cosas hicimos en Tarata? Pues tomar un café y una ensalada de frutas por 10 bobs (!) y arreglar la mochila que me había malarreglado el remendón de Tarija y que aquí fue remendada muy bien por un mozo joven emigrado de Potosí.



Cochabamba


 Viel Militärpräsenz am Flughafen von Tarija (Cafetería)
Presencia militar en la cafateía del aeropuerto de Tarija


Die Anreise

Regentag
Von Tarija aus gelangt man mit dem Bus nur mühsam weiter. Ausserdem in Orte, in die wir noch nicht wollen, z.B. Potosi, das auf 4000 m Höhe liegt – und das nach 18 Stunden Busfahrt. Gesuender ist es, langsam an Höhe zu gewinnen! Eine Werbung der nationalen Fluggesellschaft BOA führt uns auf die Spur: für 40 € kann man nach Cochabamba fliegen. Das liegt weiter nördlich und mehr mitten im Land als Potosi, „nur“ auf knapp 2600 m Höhe und kann uns genausogut wie jeder andere Ort zur Höhenakklimatisation dienen. Wir wissen nichts von Cochabamba, außer dass Carmelos Kusine dort lebt, und das ist ja per se schon ein Grund für einen Besuch. Ach, doch, da war doch die Geschichte vom Wasserkrieg. Wir haben darüber einen Film gesehen. Etwa im Jahr 2000 als man hier die Wasserversorgung privatisieren wollte, was mit enormen Preiserhöhungen einhergegangen wäre. Damals hat die Bevölkerung einen ordentlichen Zoff veranstaltet und es geschafft, dass der Vertrag mit der privaten Firma wieder gelöst wurde und sich stattdessen die Gemeinde drum gekümmert hat, die ständig wachsende Stadt mit ordentlichem Trinkwasser zu versorgen. Heute gibt es in Cochabamba Wasser 24 Stunden am Tag, und wir trinken es.


Am Morgen unseres Abflugs schüttet es in Tarija aus allen Löchern. Der Taxifahrer rührt sich nicht vom Sitz, bis Gabriel die Koffer verstaut hat, ist er schon pitschenass, und dann schwimmen wir raus zum Flughafen. Der ist nett, klein und adrett. Ob das Flugzeug aus Cochabamba käme, wisse man nicht. Nach 2 Stunden weiß man es. Der Morgenflug ist gestrichen, wir werden auf den Nachmittagsflug um 17:20 h umgebucht. Inzwischen ist es 12 Uhr, es regnet weiter und wir beschließen, nicht in die Stadt zurückzufahren, sondern verdödeln den Tag am Flughafen. Verblüffend die starke Militärpräsenz, besonders angesichts von kaum mehr als 3-5 Flügen, die hier während unserer Wartezeit landen und starten. Als es schließlich in einer sehr neuen Boeing 737 mit viel Platz losgeht, hat der Regen aufgehört. Beim Landeanflug auf Cochabamba nach 45 Minuten sieht man viel Grün, Felder, Wasser, Berge, aus der Luft ein fruchtbarer Eindruck.



Am Flughafen von Cochabamba wird die Nationalisierung schon stolz verkündet /
pancarta en el aeropuerto de Cochabamba
In Cochabamba wird klar, was heute mit dem Morgenflug los war. Ein großes Plakat verkündet es: Heute hat Evo die Flughäfen nationalisiert bzw. die Aktien der spanischen Flughafengesellschaft verstaatlicht. Deshalb das Militär, deshalb kurzzeitige Unterbrechungen im Flugverkehr (die am nächsten Tag von der Presse geleugnet werden). Die Motive leuchten ein, die Aktiengesellschaft hat offenbar die Gewinne mitgenommen, aber seit über 10 Jahren keine Investitionen mehr getätigt, was ihr wohl irgendwann einmal per Vertrag auferlegt war. Fotos in der Zeitung demonstrieren, was wir auch gespürt haben: die Landepiste ist voller Schlaglöcher. Na, ob das unter staatlicher Regie nun besser wird? Wir hoffen es.





Zu Hause auf Zeit

Unser Quartier haben wir wieder über airbnb gebucht. Es liegt hyper-zentral, an der Nahtstelle zwischen historischem Zentrum und der Neustadt. Es ist im Internet als das beste „Guesthouse“ von Cochabamba angepriesen, und da die Besitzer die Brüder Daniel und Alex West sind, vermuten wir, dass es sich um ein englisches Bed&Breakfast-Etablissement handelt. Das große Holztor hat kein Schild, aber eine unscheinbare Klingel. Es öffnet uns Coco, der Hausverwalter. Das Einfamilienhaus aus den 20er Jahren ist ein solides Ziegelhaus mit einem etwas neueren Zweithaus hinten im Garten. Das Haus ist so umgestaltet, dass es 3 Zimmer gibt, die ein Gemeinschaftsbad nutzen, und drei Appartements, die eigene Bäder haben. 

Außerdem gibt es eine große Küche für alle, ein kleines Esszimmer mit Klavier, in dem der amerikanische Flamenco-Tänzer Englischunterricht gibt, und einen großen Garten mit Tischen und Obstbäumen. Im Zweithaus gibt es zwei größere Wohnungen, die ebenfalls vermietet werden. Das Haus ist genial, alle sind Langzeitgäste (außer uns) und irgendwie kümmert sich jeder ein bißchen, und niemand schert sich drum, was die anderen machen. Es gibt vier junge Holländer, die in irgendwelchen gemeinnützigen Institutionen Freiwilligendienst machen (Physiotherapie, Schulgärten anlegen, Hausaufgabenbetreuung u.Ä.) und seit 3 bis 8 Monaten hier wohnen, einen Filipino, von dem niemand nix weiß, eine deutsche Familie, die nach 5 Monaten grade abreist, und den Amerikaner, der seit 5 Jahren hier residiert und fest davon überzeugt ist, bald Millionär zu sein, da er (neben seinen anderen Aktivitäten) dabei ist, einen sensationellen Roman zu schreiben.

Für rd. 20 € pro Nacht (fuer Bed&Bad ohne Breakfast) fügen wir uns in den Haustrott, belegen unser Fach in der Küche und im Kühlschrank, öffnen die Tür, wenn jemand kommt, sammeln die vom Baum fallenden Avokados und plaudern mit Coco oder den Mitbewohnern. Da ich am Küchentisch meine Schmerzgrenze in Sachen „schmuddelig“ signifkant unterschritten sehe, investiere ich sogar 3,50 Euro in eine neue Wachstuch-Tischdecke. Alle freuen sich. Die Brüder West – offenbar die zweite Generation einer britisch-bolivianischen Familie – sieht man selten, aber man braucht sie auch nicht. Das Guesthouse funktioniert ohne sie reibungslos und ohne große Organisation.
Hinter dem braunen Tor versteckt sich unser Refugium
Tras la puerta marrón se esconde nuestro alojamiento
Einfahrt zum Bankparkplatz neben "unserem" Haus
Entrada al aparcamiento del nuevo banco al lado
de nuestra habitación



Das Haus ist ähnlich situiert, wie es unser Häuschen in Salta war: In einem Viertel, in dem früher bessere Einfamililienhäuser dominierten, und das nun seit einiger Zeit als so zentral gilt, dass es lohnt, hier Appartmenthäuser und Bürogebäude zu errichten. Auch dieses Häuschen sollte von einer Bank aufgekauft werden, aber die Brüder West wollten offensichtlich nicht. Jetzt steht auf der einen Seite (links) ein 8-geschossiger Bürobau einer Telefongesellschaft, während hinter dem Haus ein riesiges Bankgebäude entsteht. Auch der übernächste Nachbar wollte nicht an die Bank verkaufen, aber der direkte rechte Nachbar schon. Dessen Grundstück war aber eindeutig zu schmal für den Bankbau. Dort ist jetzt die Einfahrt zum Bankparkplatz. Zur Straße hin sieht das Ganze ziemlich irre aus. Von links anfangend, kommt erst ein ca. 6-geschossiges Appartmenthaus mit fensterloser Brandmauer nach rechts. Dann ein nettes kleines Haus (Archtiektenverband), dann eine Betonpiste (der spätere Parkplatz der dahinterliegenden Bank), dann unser Haus, hinter einer großen Mauer, mit zwei kleinen Läden rechts und links, auf „unserem“ Grundstück, dann ein verwilderter Garten und schließlich das 8-geschossige Telefonbürohaus. So geht Stadtentwicklung in Lateinamerika.



Die Stadt

Cochabamba desde el Cerro San Pedro

Cochabamba hat gut 900.000 Einwohner und wächst kräftig weiter. Es hat ein wirklich angenehmes trockenes mildes Klima – mit ganzjaehrig fast mediterranen Temperaturen. Das historische Zentrum spannt sich zwischen 2 Plätzen auf, dem traditionellen Hauptplatz, Plaza 14. September (Aufstand gegen die Spanier 1810) und dem Kolumbus-Platz, Plaza de Colón, an dem das moderne Cochabamba beginnt. Der Platz des 14. September ist von schönen Arkadengängen umgeben, hat auf einer Seite die hier mal wirklich alte Kathedrale und dient als Nachrichtenstation und Hyde-Park fuer alle möglichen Gruppierungen. Die verschiedenen Diskussionsgrüppchen sind immer ein Zuhören wert, aber auch die von wem-auch-immer hingehängten und kommentierten Zeitungsausschnitte sind ein Hingucker. 

Da hat man sich nun grade mit den Chilenen verkracht, weil die ein paar bolivianische
Grenzsoldaten festgenommen haben, und dann sowas: Evos Tochter macht Urlaub in Chile!

Die Landepiste sieht aus wie Sau, Schuld hat die Privatisierung. So ein Glück,
dass Evo die Flughafengesellschaft nun nationalisiert hat!

Auf diesem Platz kommen wir so gut wie täglich vorbei, trinken Kaffee in einem seiner schönen Cafes oder informieren uns enfach nur, was grade mal wieder Thema ist. 


Im Norden und Osten des Zentrums liegen die traditionell besseren Wohnviertel, die sich nun mit Bürohochhäusern mischen und auch in den Bereich jenseits des Flusses Rocha bis hin zu den Berghängen ausdehnen. Im Süden und Westen erstrecken sich riesige Wohngebiete, die alle dem Wildwuchs der letzten Jahrzehnte zu verdanken sind. Beim Anflug sah die Stadt aus, wie eine halbfertige Legostadt aus den alten roten Legosteinen. Alle Häuser halbfertig, kaum was verputzt, aber auch keine Barackensiedlungen.

Die Stadtbusse von Cochabamba sind noch bunter als die von Asunción
Los microbuses de Cochabamba, con más color que los de Asunción

Das milde Klima, die – für Bolivien – mittlere Höhenlage (ab 2550 m) sowie der phasenweise blühende Cocahandel haben Cochabamba zu einem beliebten Zuzugsgebiet aus dem Altiplano gemacht. Die Bevölkerung ist entsprechend gemischt. Meine Betrachtungen zu Strohhutfrauen und Bowlerhutfrauen, die ich in Tarija angestellt habe, gelten auch hier: Strohhut, Zöpfe und Faltenrock sind ländliche Trachten, mehr die Kleidung einer Kaste als einer Region. Bowlerhut und Poncho sind dagegen wohl wirklich aus dem Altiplano. Daneben überwiegen aber auch hier die Mestizen, und es gibt einen – je nach Stadtviertel – mehr oder weniger beträchtlichen Anteil von Weißen.





Cochabamba ist eine recht schoene, angenehme Grossstadt, aber es gibt keine wirklichen Sehenswürdigkeiten. Einzig vielleicht der Convento Sta. Teresa, bei uns ganz in der Nähe, ein schon von aussen malerisch anzusehender Kirchen- und Klosterbau aus dem 17. Jh., der einen ganzen Strassenblock einnimmt. Der geführte Rundgang zeigt uns das gesamte alte Gemäuer mt dem grossen Kreuzgang, alles in den 1960er Jahren verlassen und seitdem nicht mehr angefasst. So sieht man den Original-Zustand, in dem die Nonnen damals lebten und der seit Jahrhunderten kaum verändert war. Und, warum habe sie die Räumlichkeiten verlassen? Weil sie bessere bekamen! Vom Kirchendach aus schauen wir runter und sehen die neuen Anbauten mit weiteren 3 (in Worten: drei) Kreuzgängen für die holden Damen, ein wahrer Luxus im Zentrum der Stadt. 

Der Konvent Sta. Teresa
Die Cancha

Südlich der Altstadt liegt die Cancha, die in den Reiseführern als der größte informelle Markt Lateinamerikas dargestellt wird. Ich neige dazu, das zu glauben. Gabriel tippt, die Bezeichnung sei Quechua, da wir das Wort in anderen Kombinationen auch schon in Peru gehört haben. Hier jedenfalls ist es der ein ganzes Stadtviertel bedeckende Markt, auf/in dem man alles findet, was man sich in Europa im Spannungsfeld zwischen KaDeWe und dem Samstagsmarkt von Palermo vorstellen kann. 

Mittwochs und Samstags sind Markttage, da füllen sich dann außer den stationaeren Marktbauten auch noch alle umliegenden Straßenzüge mit Marktständen, aber fangen wir mal an einem Montag oder Dienstag an. Und möglichst solle es nicht regnen, denn dann verwandelt sich der Untergrund von den überwiegend nicht geteerten Straßen des Marktviertels in Matsche. Müllmatsche. Das Marktareal sind 4-6 Straßenkarrees unterschiedlichster Bebauung, die U-förmig um den Bahnhof liegen (Hier fährt täglich 1 Zug, Mo, Mi, Fr weg, Di, Do, Sa kommt er zurück). 2-3 der Karrees bestehen aus riesigen, nach den Seiten offenen Hallen, eines ist eine gigantische Zeltstadt, ein oder zwei Blocks haben feste Gebäude oder Gebäudeteile, hinter denen es dann in Hallen weitergeht, aber man sieht es nie so genau. Denn innen haben alle diese Konstruktionen lange Gänge, an denen rechts und links Stände vermietet sind, die mit Pappwänden, Zeltplanen oder wie auch immer voneinander abgetrennt sind. Ich kann es wirklich nicht genau sagen, denn jeder einzelne kleine Verkaufskubikel ist an 3 Seiten und der Decke rappelvollgehängt mit Waren, nur nach vorne offen. In den besseren Gebäuden kann der Stand nach vorne mit einem Gitter oder irgendwas verschlossen werden, andere legen nur Planen über ihre Waren, aber meistens ist wohl auch einfach alles offen. Eine Orientierung ist unmöglich, denn das wohlgeordnete Wirrwarr von Gängen erschließt sich keiner Orientierung. Irgendwann biegt man ab und weiss nicht mehr, wo man eben noch hergekommen ist. 

Als wir beim ersten Besuch nach etwa 5 Stunden fix und fertig waren, wies uns jemand den Heimweg durch einen Teil, der als (überdachter) Straßenmarkt einen gefühlten Kilometer lang gradeaus ging – genau in der entgegengesetzten Richtung als die, die wir dachten … Das ganze Chaos ist eigentlich genau wie ein orientalischer Zouk, und in Chile heißen solche Märkte auch „Persa“.

Bei unserem ersten Besuch der Cancha (Mittwoch, Regen) haben wir uns ordentlich verirrt. Man verlässt hoffnungsfroh ein Marktgebäude und findet sich in einer völlig überquellenden Dreckstraße wieder, Verkäuferinnen mit Schubkarren voller dicker Bohnen, Lieferwagen mit Waren, bunte Stadtbusse, die Passagiere ein- und ausladen, Regenschirmverkäufer, Karren, die tollen frisch gepressten Orangensaft verkaufen (die Orangen werden vor dem Pressen mit einem Maschinchen geschält! So kommen keine Bitterstoffe in den Saft, und dann wird gepresst, direkt ins Glas!), Fahrradfahrer, Mammis mit auf den Rücken gebundenen Kindern, weitere Kinder auf dem Boden, Hunde, dazwischen wird gegessen. Stände mit Suppentöpfen, dampfende Eintöpfe-löffende Menschen – ein Durcheinander, das nicht überboten werden kann. Wir fragen nach Ständen, die Rucksäcke verkaufen. Da hinten links, und dann in der nächsten Straße rechts und im Gebäude rechts dann der dritte und vierte Gang. Es ist ja alles geordnet, nur wir kennen die Ordnung nicht. 
Einkaufsgalerie nahe der Cancha

Papayas

Inzwischen können wir uns allerdings etwas orientieren. Aber den Bereich mit den Wunder-Heilmitteln und „Miamicito“ (Klein-Miami), wo es vielleicht eine Ersatzbatterie für Gabriels Kamera geben könnte, diese beiden Sektoren haben wir immer noch nicht gefunden. Obwohl ich gelesen habe, dass Miamicito inzwischen rund 1000 Stände hat, die alle neueste Technologie und Elektronik verkaufen. Stattdessen sind wir im Schuh-Sektor rumgeirrt, haben über den Kartoffelreichtum gestaunt und Gänge voller Musikinstrumente bewundert. Es gibt hier wirklich alles, Markenware aus aller Welt im Original und als Imitat, man kann tagelang nur schauen.
100 Kartoffelsorten

Ich habe im Internet dazu einige Information gefunden, nach der die Cancha als das Teststück für jeden Bürgermeister gilt. Und fast jeder Bürgermeister hat sich schon daran versucht, da Ordnung reinzubringen, den Wildwuchs zu unterbinden, die „informellen“ fliegenden Händler zu formalisieren etc. Das einzige, was als geglückt gilt, ist die (weitgehende) Trennung von Lebensmitteln und anderen Waren, aber die Cancha wächst weiter, und trotz des Chaos kaufen alle Einwohner von Cochabamba und Umgebung dort ein, egal aus welcher Schicht sie kommen.



Auch hier wieder viel Alltag

Wir sind insgesamt fast zwei Wochen in Cochabamba. Erst eine Woche, dann machen wir einen Abstecher nach Villa Tunari (dazu ein eigener Blog) und nach der Rückkehr bleiben wir noch einmal 5 Tage im selben netten Quartier (auch dazu noch ein Ergänzungsblog). Umgeben von lauter Leuten, die täglich in die Arbeit gehen, stellt sich auch für uns schnell der Alltag ein. 


Die nette Verkäuferin ist eigentlich Lehrerin, aber nicht in Evos Partei;
sie behauptet, deshalb nicht unterrichten zu dürfen. Sie verkauft uns begeistert eine ganze Reihe Bücher.
Wir bringen Wäsche zur Wäscherei, pflegen Blog und E-mail-Kontakte, suchen ein Quartier für La Paz im Internet, bringen eine Hose von Gabriel zum Schneider, kaufen Müsli und kochen auch mal leckere Anden-Kartoffeln mit Guacamole (aus den Avocados aus dem Garten!); wir verlaengern unsere Visa (es gibt immer nur 30 Tage auf einmal), stöbern in Buchläden und Bücherkiosken und decken uns mit Literatur ein, die uns etwas über Bolivien, seine Vergangenheit, seine Kultur und seine Literatur aufklärt; wir kaufen erstmalig Andenken und schöne weiche Alpaka-Pullover (Gabriel hat irgendwo gelesen, dass es diese nirgends so günstig gebe, wie hier in Cochabamba). Ich will mir auch eine warme Jacke zulegen, für die kühlen Nächte auf dem Altiplano, aber ich bin zu dick für die handgestrickten Jacken-Modelle. Schade. Ich weigere mich, mich – wie viele der auch oft recht runden Mammis – wurstartig in so ein Modell reinzuzwängen. Nach dem Verkäuferinnen-Motto: „Das gibt schon nach, wenn Sie es eine Weile tragen“ – ich fühle mich, wie Loriot beim Anzug-Kaufen. Schließlich finde ich glücklicherweise ein Geschäft mit teurer, aber erlesener Ware und lege mir doch eine richtig schicke neue Alpake-Jacke zu. Die alte aus Peru habe ich in 8 oder 9 Wintern am IfL-Schreibtisch aufgetragen. Schließlich haben wir so viel eingekauft, dass wir uns wieder ein Paket nach Hause schicken, voller Stricksachen, Bücher und CDs – wie üblich. Auch das ist Alltag: Karton kaufen, füllen, zur Post bringen, vom Zoll prüfen lassen (nein, wir schicken KEINE Drogen!), zukleben ... ein Vormittag-füllendes Unterfangen.


Weiter besteht unser Alltag natürlich aus Essen: es gibt ein paar wunderbare Cafés, eine Reihe Lokale, die als internationale Studentenkneipen beschrieben werden können und sich hauptsächlich durch Lichtmangel auszeichnen, und eine ganze Menge unterschiedlicher und teils sehr guter Restaurants. Chinesisch, Koreanisch, Persisch, Italienisch, globalisiert-international … wie man will. Unter den autochthonen, oft sehr einfachen Lokalen ist der „Palast des Silpancho“ hervorzuheben. 

Der Silpancho ist eine lokale Spezialität, die man probiert haben sollte, aber nicht öfter als einmal! Er besteht aus einem Berg Reis und Kartoffeln, der flächendeckend in Tellergröße mit einem Fladen bedeckt ist. Der Fladen – klärt mich Gabriel auf (ich hielt ihn für einen Pfannekuchen!) – ist ein rundes paniertes Stück Huhn oder Rind, das unter einer Dampfwalze gelegen hat, so dass es auf eine Dicke von ca. 3 mm reduziert wurde. Obendrauf thronen zwei Spiegeleier. 




Auch etwas Kultur gehört zum Alltag. Wir gehen ein paarmal ins Kino – ein moderner Multikino-Palast ist nicht weit, aber es gibt auch ein chilenisches Filmfestival mit Dokumentarfilmen in einer Stiftung, sogar gratis. Wir besuchen auch das archäologische Museum (das einzige Museum, ich weiß gar nicht, ob es auch noch andere gäbe??), und als wir am Theater vorbeikommen, werden wir nicht nur vom Portier (ungebeten) zur Besichtigung eingeladen, sondern sehen auch, dass das Nationalballett aus La Paz kommt, so dass wir sogar ein zweites Mal in das – diesmal volle – Theater kommen (Fotos s. oben in Gabriels Text). Das Ballett (das Ballet Folklórico de la Paz mit der schicken Abkürzung „Bafopaz“), bringt eine bessere Volkstanzveranstaltung, die zwischenzeitlich von Komikern aufgelockert wird, nicht unbedingt alles mein Fall, aber ein nicht zu übertreffender Einblick in die Volksseele und die Gepflogenheiten des mittleren Bildungsbürgertums von Cochabamba.

Präkolombinische Schriftzeichen (archäol. Museum)
Escritura precolombina (Museo Arqueológico)

Ja, und was unseren Alltag in Cocha noch alltäglicher und angenehmer macht ist Mara und ihre Familie. Mara ist die Kusine von Carmelo, unserem Freund aus dem dritten Stock in Madrid, aber den kennt Ihr wohl inzwischen alle. Sie hat etwa 17-jährig Spanien verlassen, ist mit dem Bolivianer Coco verheiratet (der nicht mit unserem Hausverwalter Coco zu verwechseln ist) und hat drei Töchter von ca. 7, 13 und 16 Jahren. Die Familie lebt vom Reisevermarkten (Bolivien-Reisende, nicht versäumen: www.viajarporbolivia.es). Sie betreiben eine Tourismusagentur, Sie arbeitet zu Hause mit dem Computer, Er ist die halbe Zeit weit weg in Uyuni (wo wir noch hinkommen) und führt dort die Geschäfte. Sie sind zumindest teilweise Hotel- und Hotelboot-Besitzer, aber all dies werden wir später berichten, denn diese Dinge werden wir alle ausprobieren. Ich erzähle das nur, weil wir wegen dieser Aktivitäten nicht nur „Hallo und schöne Grüße von Carmelo“ sagen wollten, sondern uns auch der Obhut dieser Profis in Sachen Reisplanung in Bolivien anvertrauen wollen. 

Ein traumhaftes Landhaus ...
Una casa en el campo

Aber der Empfang war so herzlich, dass er wirklich weit entfernt von einem Geschäftsbesuch war. Letzteres haben wir irgendwann nach dem Abendessen zwschen dem zweiten und dritten Glas Wein kurz angesprochen. Die beiden Besuche bei dieser Familie, in ihrem traumhaften
Mara y Wara
Landhaus, etwa 15 km ausserhalb (Mara ist der Chauffeur der Familie, fährt täglich mehrfach Kids rein und raus und trägt sich schon mit dem Gedanken, zurück in die Stadt zu ziehen) haben uns ganz wunderbar mit einem (nicht ganz) normalen Familienleben einer bolivianischen Familie vertraut gemacht. 
Lizi y Wara

Und unvergesslich, als uns Mara das erste Mal abholte, mit ihrem Schuhkarton auf Rädern, irgendeinem chinesischen kleinen Liefer-Kastenauto älterer Bauart, die erste Tochter schon eingesammelt auf der hinteren Sitzbank, Gabriel auf dem Beifahrersitz, ich auf der mittleren Bank, und an der roten Ampel verabschiedet sich die Autoelektrik. Hut ab vor so viel Gelassenheit: Mara steigt aus, geht ums Auto rum, öffnet die Schiebetür, haut dreimal auf die (unter meinem Sitz befindliche) Autobatterie und beschimpft dabei die Tochter, sie solle ihre Schuhe nicht in der Gegend rumschmeissen. Wo der zweite Schuh sei. (Gabriel hat vorne den Zündschlüssel umgedreht, der Motor läuft wieder, die Ampel ist längst grün, die Autos hupen), die Tochter soll mal die Plastiktüte von dahinten vorgeben. Und seelenruhig stopft sie die Schuhe in die Plastiktüte, bevor sie die Tür wieder schliesst, wieder ums Auto rumgeht, einsteigt und bei inzwischen wieder roter Ampel losfährt. Während wir in verschiedenen Stadtvierteln die beiden anderen Töchter und Maras Freundin Lizi einsammeln, wiederholt sich die Szene noch ein paarmal, und ich beschliesse, dass ich lieber nicht hinsehe.


Wenn Lia nicht beim Reiten ist, mimt sie selber das Pferd!
Lia entrena para saltar con su caballo



[Gabriel berichtet von einem Ausflug nach Tarata. Schaut schon mal die Fotos an, ich erzähle demnächst darüber, habe heute keine Lust mehr :-). ]

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