6. Februar 2013

Concolorcorvo en Tucumán

Mercedes Sosa era tucumana y diaguita

 
Concolorcorvo en Tucumán


A Tucumán con una guía de „viajes lentos“.

(Puede bajarse en PDF gratuito de internet)
http://www.biblioteca.org.ar/libros/132560.pdf





CON COLOR DEL ALA DE CUERVO (Concolorcorvo)

„Los moros tienen el color ceniciento y los indios el color del ala de cuervo. Por eso me puse el nombre de Concolorcorvo“.
En un desfile de carnaval



Quien esto dice es Don Carlos Bustamante Inca, nacido en Cuzco, que hacia 1770 viajó de Buenos Aires a Lima acompañando a un funcionario asturiano, Don Alonso Carrió de La Vandera, comisionado de la Corona Española para la reorganización del Servicio de Correos y Estafetas. Los datos de aquel viaje se plasmaron en una guía de viajes lentos „Lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires a Lima“, impreso en Gijón en 1773.
Lo importante para nosotros del libro de Concorlorcorvo, en este viaje, es que nos traza un itinerario, ya desde Buenos Aires, aunque hasta ahora no hayamos tenido tiempo de decirlo. Tampoco seguimos el itinerario al pie de la letra, sino que nos desviamos segun nos vamos enterando de lugares que hoy (nos) resultan más interesantes que en el siglo XVIII.


Aunque Concolorcorvo figure como autor, quizás el libro lo escribiera Carrió de La Vandera y Concolorcorvo sólo fuera un nombre de paja, una pantalla para poder decir lo que fuera sobre etnias, paisajes y ciudades curándose en salud. Quizás tampoco se imprimiera el libro en Gijón, sino en Lima.

El libro da gusto leerlo (a cachos): tiene sabrosas observaciones y sabe acercarse, captar y describir a los criollos y a los nativos como sólo un oriundo podría hacerlo. Cuenta los lentos viajes en las carretas tucumanas, las penosas travesías por el desierto, la precariedad de los alojamientos, las fuentes de aprovisionamiento de agua y alimentos, la doma y el comercio de mulas, principal industria, durante siglos, del norte de Argentina, y el trabajo en las minas en Potosí; dibuja la vida sencilla y apacible de aldeas como eran Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Salta, vegetando en la aburrida vida de la colonia. Y también da la más antigua y exacta descripción de un tipo étnico, original de las campiñas rioplatenses: el „gauderio“ o „changador de ganados“, que fue origen del „gaucho“.




Nuestro viaje de Cajamarca a Tucumán



La cuesta del Portezuelo desde el valle
Saliendo de Catamarca hacia Tucumán, desde el palco de la ventana delantera alta del autobús, vemos con cierta tristeza cómo de la autopista sale, a un lado, el desvio a la Cuesta del Portezuelo y, al otro, el cartel a Villa del Portezuelo.

 ¡Lo que nos hubiera gustado ir! Probablemente no es un paisaje distinto del de El Rodeo, pero es el auténtico, tan cerca y tan lejos. Ha sido imposible acercarse porque no teníamos un vehículo propio. Una nueva necesidad aparece y se va convirtiendo en acuciante: alquilar un coche. Poco a poco empezamos a mirar el mapa, todo lo que se puede ver, demasiados sitios para ir en autocares que luego no paran.






(El viaje en Carreta tucumana hacia 1770)


La regular jornada de las tropas del Tucumán, que así se llaman a las carretas que van juntas, es de siete leguas, aunque por el tránsito de los muchos ríos he regulado yo que no pasan de cinco, un día con otro. (haciendo un cálculo rápido, 240 kilómetros, o sea, 30 leguas, llevaría unos cinco días). Los mendocinos hacen jornadas más largas, porque su territorio es escampado, con pocos ríos y muchas travesías, que llaman así a los dilatados campos sin agua.
Bueyes tucumanos en el Museo de la Zafra

La abundancia de buenas maderas, dice, les facilita a los tucumanos la construcción de buenas carretas (que son más estrechas que las de Mendoza y sirven mejor para los caminos de montaña), cargan 150 arrobas (las de Mendoza, 178 @) y una botija grande de agua, leña y maderos para la compostura de la carreta, que con el peso del peón y sus trastes llega a 200 @. En las carretas no hay hierro alguno, ni clavo, porque todo es de madera. Desde el suelo al plan de la carreta hay vara y media y se sube por una escalerilla; y desde el plan al techo hay nueve cuartas. El lecho de la carreta se hace con carrizo o de cuero, que, bien estirado, es más suave.
Posta de Hornillos, entre Jujuy y Tarija, que La Vandera hizo construir
Eine Poststation, die auf Veranlassung von "La Vandera" erbaut wurde


A los bueyes sólo les fatiga el calor del sol, por lo que regularmente paran a las 10 del día, y cada picador desune sus cuatro bueyes con gran presteza y el bueyero los junta con los de las remudas para que coman, beban y descansen hasta las cuatro de la tarde. En estas seis horas se hace de comer para la gente, contentándose los peones en asar mal un buen trozo de carne. Matan su res si hay necesidad y también dan sebo a las mazas de las ruedas. Los pasajeros se ponen a la sombra de los elevados árboles unos, y otros a la que hacen las carretas, que por su elevación es dilatada; pero la más segura, permanente y con ventilación, será pareando dos carretas de modo que quepa otra en el medio. Se atraviesan sobre las altas toldas dos o tres picanas , y sobre ellas se extiende la carpa o toldo para atajar los rayos del sol, formando un techo capaz de dar sombra cómodamente a ocho personas. Algunos llevan sus taburetitos de doble tijera , con asientos de baqueta o de lona.

Cocina de la Posta de Hornillos /Kueche der Poststation
A las cuatro de la tarde se vuelve a caminar y se para por segunda vez con tiempo suficiente para hacer la cena, porque en caso de estar la noche clara y el camino sin estorbos, vuelven a uncir a las once de la noche y se camina hasta el amanecer, y mientras se remudan los bueyes, hay tiempo para desayunarse con chocolate, mate o alguna fritanguilla ligera para los aficionados a aforrarse más solidamente, porque a la hora se vuelve a caminar hasta las 10 del día. Los poltrones se mantienen en el carretón o carreta con las ventanas y puertas abiertas, leyendo u observando la calidad del camino y demás que se presenta a la vista. Los alentados y más curiosos montan a caballo y se adelantan o atrasan a su arbitrio, rconociendo los ranchos y a sus campestres habitadores, que regularmente son mujeres, porque los hombres salen a campear antes del amanecer y no vuelven hasta que el sol los apura, y muchas veces el hambre que sacian con cuatro libras netas de carne gorda y descansada, que así llaman ellos a la que acaban de traer del monte y matan sobre la marcha porque en algunas poblaciones grandes, como Buenos Aires, sucedía antes y sucedió siempre en las grandes matanzas, arrean una punta considerable, desjarretándola por la tarde, y, tendidas en la campiña o playa, aquellas míseras víctimas braman hasta el día siguiente, que las degüellan y dividen ensangrentándolas; y a ésta llaman carne cansada, y yo, envenenada.
Excusado

Así como algunos admirarán la resistencia de los bueyes de Mendoza, se asombrarán del valor de los de Tucumán viéndolos atravesar caudalosos ríos, presentando siempre el pecho a las más rápidas corrientes, arrastrando unas carretas tan cargadas, como llevo dicho, y que con el impulso de las olas hacen una resistencia extraordinaria. A la entrada manifiestan alguna timidez, pero no retroceden ni se asustan de que las aguas les cubra todo el cuerpo, hasta los ojos, con tal que se preserven las orejas … al principio creí que aquellos pacíficos animales se ahogaban indefectiblemente, viéndolos casi una hora debajo del agua y divisando sólo la punta de sus orejas, pero las repetidas experiencias me hicieron ver la constancia de tan útiles animales y el aprecio que se debe hacer de su importante servicio.





Mientras leo el viaje de Concolorcorvo el autobús llega al pequeño puerto de Monte Potrero, nos ha dejado boquiabiertos un espeluznante altar a la Difunta Correa que parecía un basurero y, al otro lado de la carretera, otro mas grande dedicado a la Virgen del Valle. La cuesta abajo es soberbia. 
El autobús resbala lento y precavido por la pendiente hasta los 400 m del llano de Tucumán. En el piso de arriba sólo vamos una docena de viajeros. Desde el balcón de cada curva se ve la llanura verde y húmeda. Está nublado.

 

 Una vez abajo, en seguida aparece el control „fitosanitario“ y las aduanas de Catamarca y de Tucumán, con sus policías aburridos, pero armados. Esta vez, ni paran el autobús.
Secaderos de Tabaco

El campo también cambia, primero mucho maiz, algo de girasol, bastante tabaco, secaderos llenos de hojas colgadas. Progresivamente, la caña de azúcar acapara los campos. Me acuerdo de haber leído en algún disco-libro que el padre de Mercedes Sosa, tucumana diaguita, era trabajador de la zafra. Su primer disco se llamó „Zafra“. 


A la provincia de Tucumán la llaman el Jardín de la Republica.. Y lo es. Eso ya lo sabía Concolorcorvo. Mientras tanto, una conversación se ha ido apoderando de mi atención desde varios asientos más atrás. Un par de viajeros, hombres, empiezan a hablar de lo bonito que es Tafí del Valle, de que van a Tucumán a ver a la familia y de que la delincuencia urbana es una plaga moderna, que domina la vida cotidiana. Que actualmente „los delincuentes son quienes ponen las leyes a su servicio“. Poco a poco la voz va adquiriendo tonos más altos, se oye sin querer y se pone interesante. Ya espero que empiece a hablar de políticos, banqueros y mafiosos.



San Miguel de Tucumán ocupa el mejor sitio de la provincia: alto, despejado y rodeado de fértiles campiñas. A cinco cuadras perfectas está reducida esta ciudad, pero no está poblada a correspondencia. La parroquia o matriz, está adornada como casa rural y los conventos de San Francisco y de Santo Domingo, mucho menos. Los principales vecinos, alcaldes y regidores son hombres circunspectos y tenaces en defender sus privilegios. Hay algunos caudalitos que con su frugalidad mantienen, y algunos aumentan con los tratos y crias de mulas; pero su principal cria es la de bueyes, que amansan para el trajín de las carretas que pasan a Buenos Aires y a Jujuy.




El autobús pasa por los grandes pueblos tucamanos del llano agrícola: hace una parada en Concepción, en una calle muy animada, con cafeterías y tiendas que parecen del Far West.

Después para en Famaillá, „capital de las empanadas tucumanas“, ante un espantoso museo „inca“ al aire libre, y entra en la capital, San Miguel de Tucumán, por una anchísima avenida de dos kilómetros de longitud, con las aceras ocupadas por mecánicos ambulantes que lavan, arreglan, cambian neumáticos y acondicionan camiones y coches o llaman a la clientela. No faltan los grandes altares del Gauchito Gil, patrón de los automovilistas (y de quien quiera tenerlo por patrón). El de la voz domina ya todo el autocar. Se le oye sin esfuerzo desde la primera fila yestoy convencido de que también desde la última y desde el piso de abajo. Es ya un monólogo, nadie rechista. El discurso se ha vuelto aburrido, trillado, sermonífero, hasta gritón: „La violencia es el azote del mundo. Hasta que el mundo no se dé cuenta de que se ha olvidado del santo evangelio, vivirá anegado en su propio fango. Yo, a mis cuarenta años me encontré con Cristo y desde entonces no me ha abandonado su mensaje de paz y de amor“. Insoportable. 

No me deja leer. Me vuelvo y le pregunto si no puede hablar en un tono un poco más bajo. Al volverme he visto las caras de los pocos viajeros y me he dado cuenta de que no se atrevían a decir nada. Por temor a callar a un predicador? Por respeto a la „palabra de dios“? El tipo me pide perdón y, aunque yo sólo le he dicho que bajara el tono, el deja de hablar. Cuando llegamos a la terminal es el único que no se baja. Lee los santos evangelios replegado en su asiento y nos mira. Nunca he visto tan claro que „La Violencia“ es un negocio con intereses creados.

San Miguel de Tucumán tiene bien poco que ver con la descripción de Concolorcorvo.


Es una gran ciudad de 600.000 habitantes y tiene una de las plazas más bonitas que hemos visto en las capitales de la provincia argentina, con buenos edificios y bastantes museos alistados en el prospecto de turismo, de los cuales se pueden visitar la mitad: algunos están „cerrados por refacción“ y otros  cerrados sin más explicaciones. 
Camera de Comercio /Handelskammer vonTucuman
Entramos en la Cámara de Comercio que es un edificio neocolonial-andaluz con delicados azulejos y bonitos patios. 
Entramos en la Galería de Arte Contemporáneo que es una de las mejores que hemos visto en Argentina (incluyendo Buenos Aires), vemos un aburrido Museo Colonial, a cuyo guarda le importa un bledo que se saquen las fotos que se quiera y no asistimos al espectáculo nocturno de Luz y Sonido del patio del Museo Municipal, porque es demasiado complicado sacar las entradas (hay que ir a una dirección a determinada hora y si no llueve y luego ir corriendo al museo con la entrada sacada... ).

 Intentamos ver por dentro la Casa de Gobernación, de parisina arquitectura, pero como se celebra la „asunción“ de un nuevo ministro, nos vetan la entrada. Eso de la „asunción del ministro“ tiene gracia. Sabine se arma un lío con la „Asunción del 15 de agosto“ y pregunta si es que el ministro „asciende de puesto“. Pero como la cosa es más teológica, intento aclarársela. 
Tambien visitamos el Museo de la Caña de Azucar, instalado en un antiguo trapiche (molino de caña) que hoy queda en medio del parque, muy bien documentado.
San Miguel tiene restaurantes bien acondicionados pero con cartas igual de monótonas que en toda la Argentina. Tiene un gran mercado en el que hace demasiado calor, resulta un poco oscuro y le falta un poquitín de limpieza. Aunque la cocinera que nos vendía aquellas excelentes empanadas en el kiosko de La Rioja era de aquí y nos lo recomendó encarecidamente, preferimos las empanadas de cualquier restaurante con aire acondicionado. En un kiosko me compro 10 CD'S falsificados de música folklórica por 100 AR$ y me quito un peso de encima. Por lo menos me llevo algo de música y he dejado al vendedor con la caja del día casi hecha.

En San Miguel de Tucumán pasamos tres noches y dos días con gran sensación de descanso, nuestro hotel es muy bueno y tiene una „promo“ excelente. En este norte de Argentina, en plena temporada („con dificultades“, según la prensa), todo funciona por „promos“: Tres noches por dos, dos kilos por uno... comparamos precios buscando alquilar un coche y encontramos una „promo“ de „siete días por seis“. Nuestro planes son, primero, harcer una excursión de una jornada y volver a Tucumán para aprovechar la „promo“ y el garaje del hotel, luego seguir viaje.



Una excursión desde San Miguel de Tucumán



Dice Concolorcorvo que antes de llegar a la Hacienda nombrada Tapia está la agradable Cañada de los Nogales, dicha así por algunos silvestres que hay en el bosque. En el interior hay excelentes maderas, como el quebracho y el lapacho, de que comúnmente hacen carretas, por ser nerviosa y fuerte. También hay otro palo llamado lanza, admirable para eje de carretas y lanzas de coches, por ser muy fuerte, nervioso y tan flexible que jamás llega a romperse, aunque le cargen extraordinario peso. Hay tanta variedad de frutas silvestres que fuera prolijidad nombrarlas...

Ante las someras aclaraciones de la oficina de turismo („muy lindo!“), salimos de San Miguel con intención de seguir la ruta que describe Concolorcorvo, que, por lo menos, nos ofrece más datos, pero la voluntad dura poco. El camino, que hoy es una esplendida autovia, es en el libro estrecho y molestoso para carretas de tanto peso y solo a fuerza de cuartas se camina. Estas cuartas consisten en uncir dos o cuatro bueyes más, que se sacan de las otras carretas, y así se van remudando, y, a la bajada, si es perpendicular, ponen las cuartas en la trasera de la carreta para sostenerla y evitar un vuelco o que atropelle y lastime a los bueyes pertigueros.

Le interesa sobre todo enumerar los peligros e incomodidades que pueden ocasionar los ríos que hay que atravesar: el río Vipos, pedregoso y de mucho caudal; el río Chucha, también pedregoso y de aguas cristalinas; recomienda proveerse de agua en un arroyo cristalino anterior al río Zárate, porque éste suele tener aguas muy turbias y sus avenidas forman unos sequiones muy molestos para los que van a caballo. A catorce leguas del río Tapias está la villa de La Trancas, apenas 20 casas unidas, con un riachuelo en el que hay mucho pescado. Al sitio en que está situada la posta se nombra el Pozo del Pescado, porque antiguamente hubo mucho en él, pero al presente se halla uno u otro por casualidad. Es voz común que se desapareció en una grnde inundación y que fue a hacer mansión al arroyo de las Trancas, donde actualmente hay muchos. Y sigue hasta Jujuy.

Nosotros abandonamos esta ruta para acercarnos al pantano de El Cadillal, con la esperanza de bañarnos. Con la sequía del verano y algunas lluvias torrenciales aisladas, el pantano invita bien poco a darse un chapuzón porque las aguas están sospechosamente turbias y, además, en la playa, el  agua está limitada por boyas a la altura de la cintura, para que no se ahogue nadie (si se agarra una erisipela, da igual, por lo visto). El Cadillal es un pueblo de veraneantes sindicales („camping del sindicato de los dependientes de comercio“, „residencial de los empleados de farmacia“, „colonia del sindicato de transporte“...).
 Frente a la playa sale un telesilla hacia un monte cercano, al cual es la única via de acceso: ni subir ni bajar a pie se puede. Así pues, pagamos nuestros 80 AR$ y nos sentamos de un salto cuando llegan las sillas, que son como las de los teleskis. Lo de arriba se ve pronto. Además, hay que bajar antes de las 12 del mediodía porque después se cierra el tenderete durante la siesta y podemos quedarnos colgados tres horas en aquella maravillosa cima.
Seguimos por la carretera hacia Tafí Viejo a un monasterio benedictino que se anuncia por toda la ruta. El paisaje es un gran bosque montañoso, tal como lo describe Concolorcorvo. Los pueblos no tienen interés para el turista, sino para el residente: Se ven buenas casas, dispersas entre el boscaje y no hay nada que hacer por allí más que comprar los ingredientes de la ensalada y la fruta (en tiendas pobres y furgonetas ambulantes).
 El monasterio fue construído en los años 50. Tiene un buen terreno de picnic, donde comemos, una iglesia sencilla, muy fresca y muy bonita, donde nos sentamos un rato a cabecear un poco y admirar su arquitectura tirando a alpina, sin exageraciones, y sus pinturas directamente hechas sobre la piedra.
Viajando, viajando, nuestra siguiente parada es un Cristo de esos que se plantan en cuanto hay una montaña con vistas panorámicas y no se sabe qué poner para que venga la gente. 

En esta ocasión es un Sagrado Corazón de muy poca calidad estética, con un museo de „Cristos similares en el mundo“ alojado en el pedestal. No faltan la docena de kioskos de artesanía y la docena de vendedores ambulantes de empanadas, tamales, gaseosas y choripanes. El paisaje es realmente bonito y a la luz del nublado, más.



Luego nos sale al paso un „Bosque de la Memoria“ que no viene en ninguna guía ni en ningún mapa de itinerarios turísticos. No sabemos qué es. 
Al principio pensamos que se trata del bosque de eucaliptos de la Universidad de Tucumán, pero no. Arrinconado tras una valla hay un pequeño memorial dedicado a los desaparecidos y asesinados durante la dictadura militar. 
Familie Alarcon, 8 Verschwundene
Uno de esos pequeños monumentos inesperados que te dejan mudos de sorpresa. Bajo cada quebracho, bajo cada lapacho hay sencillas placas con nombres y fechas. Si se sacan las cuentas se repara en la brutalidad de aquel régimen de asesinos: Casi todos son jóvenes de alrededor de veinte años. A esa edad, los Rajoyes y Gallardones, luchaban por su único ideal de ganar una buena oposición a leguleyos y aprendían de memoria cómo delinquir con el código, cómo agotar los plazos de vigencia de los delitos, cómo alargar los procesos judiciales, cómo saltarse la ley por el vacío del parágrafo 23B³... Y, sobre todo, aprendían a hacer de España un país de amnésicos, de alzheiméricos, de afásicos. Un país bobo, con la Memoria Histórica mutilada.



Seguimos en nuestro coche hacia Yerba Buena, último pueblo del recorrido, ya un barrio de San Miguel de Tucuman. La carretera se vuelve estrecha y pequeña, enredada en una colina de vegetación súbitamente subtropical. Estamos cerca del Trópico de Capricornio y estos microclimas en valles y quebradas de orientación favorable, son relativamente frecuentes. 
Se pasa por una rampa de parapente (Loma Bola) y se sigue ascendiendo hacia ninguna parte. En Villa Nougues empiezan a aparecer tapias de villas de urbanizaciones caras, chalets de tipo suízo, algún „quad“ montado por adolescentes rubias de pedigree adobado en millones que cabalgan sobre su vaca mecánica sin desviar la vista del frente, como cegadas por la imagen que creen dar, 
y así subimos y bajamos por la montaña subtropical, sin encontrar ni un solo lugar sin privatizar para aparcar y dar un paseo. En San Pablo, al otro lado de la cuesta está la turística „iglesia gótica“, un ermita „francesa“, en la que los tucumanos/as hacen cola para casarse, no hoy, sino cuando sea.
La ermita sí podemos verla y pasear un poco por el jardín hasta una Gruta de Lourdes. Luego nos vamos más que a paso de allí y regresamos a nuestro céntrico hotel con „promo“ en San Miguel de Tucumán.

En total han sido unos 250 km., pero la „promo“ de coche incluye kilometraje libre.








In Tucuman, um Tucuman und um Tucuman herum
Während wir Catamarca verlassen, schauen wir aus dem Bus sehnsüchtig auf die steilen, wie mit Filz überzogenen Hänge, die das Tal begrenzen. Dort rechter Hand liegt die Steigung zur „Villa de Portuezuelo“ hinauf. Um dem Catamarca-Lied gerecht zu werden, wären wir gerne dort hinaufgefahren, die Haarnadelkurven auf den 600 m höher liegenden Pass, von dem man den im Lied beschriebenen Blick hat. Aber ohne Auto geht das nicht. Weiter im Norden werden sich die sehenswerten Bergtäler und kleinen Dörfer häufen, uns wird klar, dass der Moment gekommen ist, vorrübergehend auf ein Mietauto umzusteigen.

Doch zuerst einmal bringt uns der Bus durch das breite Tal nach Tucuman. Nachdem er einen kleinen Pass überwunden hat, geht es eine lange Strecke bergab durch dichte Vegetation, und dann sind wir wieder in der endlosen Ebene vor den Anden, auf rund 400 m Höhe, grün, landwirtschaftlich genutzt so weit das Auge reicht. Viel Mais, Soja und Tabak.
Trockenschuppen fuer Tabak aus dem fahrenden Bus

Aktie fuer eine Zuckerfabrik von Einwanderern (1919)

Die Provinz Tucuman gilt als der Garten der Nation. Wo ich es nur her hatte, dass hier überall Wüste sei? Vielleicht stimmen hier meine Ausgangsüberlegungen (Westwinde, die sich über dem Humboldtstrom abregnen) nicht mehr? In der Nähe des südlichen Wendekreises ballt sich offensichtlich schon Feuchtigkeit der Tropen zusammen, die durch die vom Äquator wegwehenden Südwinde herbgebracht wird, und diese staut sich vor den Bergen und führt zu den vorher erwähnten Sommerregen. Irgendsowas muss es sein (eigentlich müsste ich als Geograph sowas ja wissen ...). So entstehen offenbar die Yungas am Andenrand, die Nebelwälder, in denen sich die Wolken fangen. Um Tucuman herum ist es jedenfalls grün, grüner geht’s nicht. Je näher wir an Tucuman herankommen (die Fahrt von Catamarca ist nicht sehr lang, etwa 4 Stunden), desto mehr  Zuckerrohr sieht man, auch die eine oder andere Zuckerfabrik. Der Zuckerrohr-Anbau hat in der Gegend um Tucuman schon eine ziemlich lange Tradition, es wurden ganze Kolonien mit Einwanderern zum Anbau des Zuckerrohrs gegründet. Ein kleines Museum, das im großen Park liegt, erläutert das alles ganz plastisch.


Bei der Zafra /  En la Zafra
Die Stadt ist eine richtige Großstadt. 600.000 Einwohner haben wir irgendwo gelesen. Es gibt mehr als nur eine Geschäftsstraße, ein ganzes Bankenviertel – na ja, zumindest eine Banken-Ecke, einen riesigen Markt, mehrere Plätze, eine Reihe noch an die Kolonialzeit erinnernde Kirchen und auslandende Vororte. Wir landen in einem sehr zentral gelegenen Hotel, das von außen unscheinbar ist, uns aber ein geräumiges Zimmer zu einem akzeptablen Preis bereitstellt. 
Unser Hotel rechts, im Hintergrund die Kathedrale
A la derecha, nuestro Hotel; al fondo, la catedral
Es wird unsere Fluchtburg angesichts des Wetters, das hier in der Ebene mittags wieder mit viel Hitze aufwartet, gegen Abend aber gerne ein Gewitter nachschiebt. Uns kommt diese subtropische Schlechtwetterphase sehr entgegen, denn der Regen kühlt ab.



Die Regionalregierung im Pariser Look
Casa del Gobierno en estilo parisino

Eines der Museen im Kolonialstil
Museo Colonial
Die paar Tage in der Stadt vergehen schnell, wir organisieren die nächste Reiseetappe, schreiben an unserem Blog, machen Besorgungen, gehen zum Waschsalon, besuchen die drei geöffneten (von den 7 laut Prospekt existierenden) Museen, machen den Mietauto-Preisvergleich und sitzen abends in den netten Lokalen der Stadt.

 

Im Kunstmuseum / Galeria de Arte
Auf einem Bänkchen vor dem Tourismus-Büro stoßen wir auf Mercedes Sosa bzw. eine Pappmaschee-Skulptur von ihr. Sie war gebürtige Tucumeña, von den Diaguita-Indios abstämmig, 2009 gestorben und wird im ganzen Land verehrt. Mit ihrem ersten Konzert in Buenos Aires nach Rückkehr aus dem Exil wird das wirkliche Ende der Militärdiktatur verbunden. Ein Foto mit ihrem Ebenbild gehört zum touristischen Muss!


Wem Mercedes Sosa grade musikalisch nichts sagt, sollte mal diese beiden Videos anklicken, die 2006 und 2007 aufgenommen wurden, d.h. die Sängerin ist da bereits 71 bzw. 72 Jahre alt:

Gracias a la Vida ...
(Werbung wegklicken)

Solo le pido a Dios ...

Und wer noch etwas in der Musikgeschichte zurückgehen will: ihre erste Platte wurde 1959 aufgenommen und ist der Zuckerrohrernte gewidmet, womit ihr Vater die Familie ernährte, der Zafra:
Mercedes Sosa: La voz de la Zafra (1959)

Im Gebaeude der Handelskammer / Mosaicos en la Camara de Comercio

Exkursion in die Umgebung
Den ersten Tag unserer Mietauto-Woche (7 Tage für den Preis von 6, wer würde da nicht zuschlagen!) gestalten wir noch als Exkursion von Tucuman aus. Zum Üben! Das Touri-Büro, das uns hier sehr kompetent beraten hat (das sage ich so explizit, weil es fast das erste Mal auf der Reise ist), schlägt eine Rundroute um die Stadt herum vor, die wir in nordwestlicher Richtung beginnen. Schon die Ausfallstraße lohnt das erste Foto, mit gigantischen Gauchito-Gil-Altären (Foto s. oben) und ambulanten Autowerkstätten auf etwa 2 km Länge, sprich Leuten, die am Straßenrand hocken und Reifenwechsel, Kleinreparaturen, Autowaschen und anderen Service anbieten.

Im Sessellift / En el telesilla

Amphitheater mit super-bequemen Betonguss-Sesseln
Anfiteatro con comod'isimos asientos de hormig'on
 Wir fahren zuerst zu einem Stausee (Dique Cadillal) – in uns schwelt immer noch die Hoffnung, irgendwo mal baden zu können. Aber auch hier ist das Wasser wenig einladend, der Pegel ist niedrig und die Hitze  lässt so einen Stausee schnell vertümpeln. Aber vom Ufer aus gibt es einen Sessellift auf den nächsten kleinen Berg. Das ist reizvoll. Ich kenne den Mechanismus genau, denn in so einem Ding fuhr man in meiner Skifahrer-Vergangenheit schon auf die Berge: In die Spur stellen, Po nach hinten, Zack, reinsetzen, Bügel runter, fertig. Beim Aussteigen musste man schnell sein, damit einem der Sessel nicht von hinten in die Knie donnerte. Diese eher mit Angst beladene Erfahrung meiner Jugend dämmert leise wieder rauf, verschwindet aber schnell, angesichts freundlicher Helferhände. Ob der Sessellift wohl auch von der Firma Bleichert aus Leipzig stammt? Oder ein ausgedientes Alpenmodell ist? Er macht jedenfalls einen soliden Eindruck, und das ist auch besser so, denn es geht verdammt steil hinauf. Wir müssen aber vor 12 wieder runterfahren, denn in der Mittagszeit wird das gute Stück erst einmal für 3 Stunden abgestellt. Nein, einen Weg zum Runterlaufen gäbe es nicht. Wir meinen zwar beim Rauffahren, Pfade im Dickicht zu entdecken, aber in der Tat ist der Bewuchs sehr dicht.
Nachdem wir den Blick gebührend gewürdigt haben, geht’s also bald zurück nach unten und weiter mit dem Auto in die erste Bergkette nordwestlich von Tucuman. Wir suchen ein Plätzchen für ein Picknick, das uns gleichzeitig Schutz vor der Mittagshitze bietet. 

"Und hier, meine Damen und Herren, sehen Sie "unser" Auto!"
Siesta wo es eben nur geht (das sind nicht wir, aber so aehnlich ...)
Siesta "al paso" (no somos nosotros, pero bien podriamos serlo)
 Schließlich finden wir es auf einem Platz unterhalb eines Benediktinerklosters, wo es eine Art Campingplatz gibt, der offenbar nur von Tagesausflüglern genutzt wird, die hier zum Grillen herkommen. Immerhin haben wir einen Tisch ergattert – an Wochenenden muss man dafür vor 9 Uhr morgens vor Ort sein, lassen wir uns sagen -, und wenn es sein muss, kann man die Verdauungssiesta auch inmitten grillender Argentinier mit Radiogeplärre machen, auf der harten Sitzbank vom Grilltisch oder dem Autositz, Hauptsache, man muss sich bei 35 Grad nicht groß bewegen.


"Wald der Erinnerung an die Entfuehrten, Ermordeten und Verschwundenen waehrend des Staatsterrorismus (1975-1983)"
Entrada al Bosque de la Memoria
Auf der Weiterfahrt stossen wir auf den „Bosque de la Memoria“, d.h. den Wald der Erinnerung. Keine Ahnung, wer da sein Land zur Verfügung gestellt hat, jedenfalls konnten da Leute Erinnerungstafeln für ihre in den Jahren der Militärdiktatur (1975-83) „verschwundenen“ Angehörigen anbringen. 

"Sie koennen alle Blumen abschneiden, aber sie koennen nicht den Fruehling aufhalten."



Die kleinen Täfelchen am Fuß der Baumstämme sind vielfach schon etwas zugewuchert, als wachse auch über diese 30.000 Toten die Zeit drüber …



Vom Pass aus schaut man ploetzlich fast senkrecht runter auf die Stadt
Vista de Tucum'an desde la cuesta de Yerba Buena

Villen nur vom Feinsten
Villas

"echt gotisch" / Ermita en "gotico frances"
Hier oben in den Bergen ist es jetzt gewittrig bewölkt, und die Luft ist frisch, das Aussenthermometer unseres Autos zeigt angenehme 24 Grad an. Als wir – von hinten kommend – den Bergpass auf gut 1500 m überwinden und den Abstieg Richtung Tucuman antreten, geht es durch eine Gegend voller Wochenendhäuser der besseren Tucumeños. Schicke Villen in allen Stilen, Riesen-Grundstücke, eine hübsche Kapelle aus Naturstein, die als gotisch verkauft wird. Während es den steilen Berghang runtergeht, durch dichtes subtropisches Grün, das sich mit den Gärten der ersten Häuser am Stadtrand mischt, steigt die Aussentemperatur nach jeder zweiten Kurve um 1 Grad an. Als wir schließlich durch die Innenstadtstraßen von Tucuman fahren und das Parkhaus in Hotelnähe suchen, hat es dort satte 40 Grad – um 19:30 h abends. Zeit, die Großstadt zu verlassen und uns wieder in die Berge zu begeben.

Krähenfarben
Hier im Norden gibt es zwei Haupt-Routen in Richtung „Peru“, d.h. ins alte spanische Vize-Königreich Peru, das damals fast alles umfasste, inkl. Bolivien und Ecuador, und während über 200 Jahren auch Argentinien mit Buenos Aires als Hauptstadt der Provinz „Rio de la Plata“. Erst 1776 wurde aus Argentinien ein eigenes Vizekönigreich, nachdem man 9 Jahre vorher die Jesuiten rausgeschmissen hatte. Die hatten ja ganz Paraguay und Teile von Nordostargentinien unter eigener Verwaltung gehabt, und all das musste nun auch von der Krone verwaltet werden. Mit der 250 Jahre dauernden Fixierung auf Peru, seine Hauptstadt Lima und den einzigen großen Hafen Callao ging einher, dass per Dekret aller Handel über Peru abgewickelt werden musste. Alle spanischen Schiffe mussten um ganz Südamerika herumschippern, durch die Magellanstraße, die ganze Pazifikküste rauf, nach Lima. Und aller Ex- und Import musste nach Peru geschafft werden bzw. wurde von Peru aus über den Kontinent verteilt, über unzählige Gebirgsketten, über die auf etwa 4500 m liegenden Andenpässe … eine ziemliche Verrücktheit. Diesem Umstand ist der Aufschwung von Uruguay geschuldet, das diesen Restriktionen nicht unterlag, da es teilweise portugiesisch war oder – wie Sacramento, gegenüber von Buenos Aires – von Schmugglern beherrscht wurde, die dieses spanische Embargo ausnutzten. Jetzt genug der Geschichtsstunde, aber das ist der Hintergrund, vor dem unsere nächsten Tage und Wochen stehen und der erklärt, warum die Bergdörfer und -städte hier im Norden mehr Tradition haben, als die meisten viel zugänglicher gelegenen Städte in der Ebene.

Über die Postroute von Buenos Aires nach Lima gibt es ein sehr kurzweilig zu lesendes Buch eines ehemaligen Beamten der Krone, der die Strecke 1771-73 bereiste. Es ist unter dem Pseudonym Concolorcorvo (krähen-farbig) publiziert, was der Autor so erklärt: „Los moros tienen el color ceniciento y los indios, el color del ala de cuervo. Por eso me puse el nombre de Concolorcorvo“. Übersetzt: „Die Mauren sind aschefarben, und die Indios haben die Farbe von Krähenflügeln. Deshalb habe ich mir den Namen „Mit der Farbe der Krähe“ gegeben.“ Generationen von Literaturstudenten haben sich schon darüber ausgelassen, wer nun der eigentliche Autor des Buches sei, der spanische Postbeamte namens Don Alonso Carrió de la Vandera oder sein eingeborener Begleiter namens Calixto Bustamante Carlos Inca. Und ob diese Buch 1773 erstmalig in Gijón in Spanien oder schon davor in Lima gedruckt worden sei. Wir jedenfalls haben einen halblegalen Nachdruck einer Auflage aus Lima aus dem Jahr 1904, die 1943 in Madrid entstanden ist, als es dort auch nicht grade ein besonders publikationsfreudiges Klima hatte. Aber man kann sich den Text aus dem Internet runterladen, wenn man möchte.


Es ist das Dokument 132560.pdf der Biblioteca virtual universal.
Wir haben die Datei unter folgender Adresse gefunden, aber das „ar“ weist darauf hin, dass das der Zugang von Argentinien aus ist; in Deutschland oder Spanien steht da vielleicht de oder es

Das Buch mit dem Titel „Der Lazarillo der blinden Wanderer von Buenos Aires nach Lima“ ist eine Reisebeschreibung der ehemaligen Postroute, die sich an Handelsleute und speziell an Maultierhändler richtete und viele Details erläutert. Es ging von Buenos Aires über Cordoba nach Santiago de Estero (da waren wir z.B. nicht, es liegt in der Ebene, einfach zu heiß!), über Salta Jujuy, Potosi, Titicaca bis Lima. Spaeter sind wir noerdlich von Jujuy auf eine der alten Poststationen gestossen, die auf dieser Route liegt und deren Bau von eben diesem Postbeamten "La Varela" angeordnet worden ist (Bilder dazu oben in Gabriels Text). Der Buchtitel lehnt sich an den ersten Schelmenroman der Weltliteratur an (Anf. 16. Jh.), die ebenfalls anonyme Reisebeschreibung des „Lazarillo de Tormes“, wobei der „kleine Lazarus“ der sehende Junge ist, der einen Blinden führt. So hat sich wohl der gelehrte Inka gefuehlt, der den Postbeamten geführt hat. Oder die beiden verstehen ihren geschriebenen Reisefuehrer als Sehhilfe fuer andere Reisende. Jedenfalls befinden sie sich die auf einer langsamen Reise, einer Slowfahrt, beschreiben Hindernisse und jeden Fluss, den sie queren, beobachten Besonderheiten und Absonderlichkeiten von Land und Leuten, und darin fühlen wir uns ihnen verbunden. Gabriel hat das Buch deshalb zu unserem Reisebegleiter erkoren, und obwohl wir ihm nicht Schritt für Schritt folgen, so schauen wir doch immer wieder mal hinein.

Die Route existiert heute noch als prinzipielle Verbindungsstrecke. Sie startet natürlich viel weiter südlich, aber bei Tucuman beginnt die Bergstrecke. Sie führt über die Städte Salta und Jujuy auf je ca. 1200 m Höhe und steigt dann weiter an und verzweigt sich in eine Route nach Nordchile und eine andere ins Hochland von Bolivien, über Potosi, den Titicacasee und Cuzco bis nach Lima. Sie streift fast alle Sehenswuerdigkeiten von Nordargentinien, Bolivien und Peru. Von Buenos Aires nach Tucuman sind es schon 1200 km, von Tucuman nach Lima aber dann nochmal 3000 km. (Ob wir auf dieser Reise bis dorthin gelangen? Ich bezweifel es.) Außerdem gibt es eine parallele Route, die von Tucuman aus etwa 80 km weiter östlich direkt nach Norden geht, nicht so historisch, aber heutzutage ebenfalls geteert. Sie führt weitgehend vor den großen Bergketten über die Hochebene und verzweigt sich in ein erstes bolivianisches Hochtal auf etwa 1800 km und ins Tiefland von Bolivien. Um uns den allzu rapiden Anstieg zu ersparen, werden wir die mittlere Route zu einer bolivianischen Stadt namens Tarija waehlen, wenn wir demnaechst Argentinien verlassen.









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