Colonia del Santísimo
Sacramento
A las 10,30 h. de ayer Buenos Aires
estaba vacía. El taxista que nos sacó de San Telmo por la parte de
atrás de Puerto Madero (el mismo que trajo el dueño
del piso para el check-out), dándonos una vuelta regular para evitar
los piquetes, era un tal Ramos, descendiente de gallegos,
conversador, que nos recomendó que si queriamos cabrear a los
uruguayos les dijéramos que eran el „parqueo de Argentina“. Un
chiste malo, parecía.
El viaje fue decepcionante: no fuimos
en barco, sino encerrados en una duty free shop sin poder salir al
exterior. Me pasé la hora de flagrante secuestro profundamente
dormido.
En Colonia caimos en la oficina de
turismo, donde un petrimetre con terno y sello en el meñique
(algo entre el Joel Grey de Cabarett y una caricatura de Quino) nos
declamó las excelencias del lugar alzando los brazos en arco como
cuando de pequeños recitábamos
poesías y subrayando las frases como si segara con la palma de su
mano la incertidumbre de sus aseveraciones: „Prepárense ustedes a
dejarse impactar por la Colonia del Santííísimo
Sacramento, patrimonio de tooda
la humanidad... etc...“. Luego pasó a denostar a los vecinos: „A
qué huele Puerto Madero? Y porqué? Pues yo se lo diré, huele a
porquería porque los del otro lado son unos descuidados y unos
sucios, etc... y nuestras costas son distintas y ustedes dirán que
el color... pues el color es natural, son los sedimentos que arrastra
el río de la Plata, que todos vienen del lado del Paraná...“
Flores de cactus |
Flores de playa |
Colonia
del Sacramento, fundación portuguesa del siglo xvii, la ciudad más
antigua de Uruguay, es un amasijo de turistas de paso que pueblan
terrazas y tiendas de artesaníay deambulan por las cuatro calles del
casco antiguo mientras esperan el autobús o pernoctan por
obligación. Tiene 3 km de playas fluviales de aguas marrones „pero
muy limpias“ y un puertecito de yates en el que ayer estaba
fondeado un barquito entre un gran catamarán „de 1,5 millones de
dólares de gastos“ y un mediano yate español que le hacían
parecer más pequeño. „No os imagianis la cantidad de gente que
hay dando la vuelta al mundo, desde las islas de Cook a la de
Pascua“. Eso nos lo dijo Miguel Angel, un amable jubilado que,
hacia medianoche, nos oyó discutir sobre el raro reflejo que se
formaba encima de la negrura del estuario y las incontables luces
intermitentes que a nosotros nos parecían pesqueros: eran las luces
de Buenos Aires, a más 40 kms, casi sumergidas en el agua y ,la
franja luminosa, el reflejo de la ciudad cortado por las nubes.
Miguel Angel no quiso explicarnos claramente quién era. Quizás
pensó que nosotros le tomábamos por millonario y era solo un piloto
de yate. Tenía doble nacionalidad, tres hijos „ ya grandes“ y
vivía entre Barcelona y Marbella. Estaba aquí con un amigo y tenía
informaciones de esas que sueltan los hombres de negocios sobre el
peronismo, sobre la nacionalización de YPF-Repsol y sobre los
motores del catamarán que nos había traído por la mañana, que por
lo visto son los de un Boeing... También tenía gran simpatía por
los indignados españoles y su obligado exilio laboral. Cuando
llegamos a la altura de su barco y preguntamos cómo haría los
cuatro metros que le separaban del muelle, tiró de la soga de amarre
y el barquito se fue acercando como si fuera de juguete. Nos dijo
adios y se montó, no sin antes recomendarnos cenar en el bar del
club de yates, cerrado los martes, que era bueno y verdaderamente
barato. No hemos podido comprobarlo: cuando íbamos hacia allí nos
hemos topado con otro restaurante más pintoresco (y seguro que más
caro) y nuestro presupuesto del día se nos ha ido en simple pasta
con salsa sofisticada. Mierda!
Cocinero vendiendo mate |
Camarera autóctona con la cuenta |
Mañana
tenemos que decidir hacia dónde vamos: A Carmelo? A Toledo? A Fraile
Muerto? A Treinta y Tres? A Ombúes? Por cualquiera de esos nombres
haría un par de kilómetros, pero parece que vamos a decidirnos por
llegar a Durazno y, desde allí, a San Gregorio de los Polancos „una
ciudad del centro del país famosa en todo el mundo porque hace años
vinieron artistas universales para pintar murales en las fachadas de
las casas“. Quién se resiste a no visitar semejante maravilla?
„Sólo hay un hotel, pero no deben preocuparse: la gente de San
Pedro no cierra sus puertas con llave y cada habitante es un
informante turístico“.
S.
supone que todos tendrán habitaciones para alquilar.
Eine Kolonie des
Allerheiligsten
Die Ueberfahrt von Buenos Aires nach Uruguay ist eine reine
Geschaeftsangelegenheit. Aus
dem hochmodernen superschnellen
Katamaran mit Boeing-Motoren wird man noch nicht einmal herausgelassen, um ein
wenig Seeluft zu schnuppern oder ein para Fotos zu schiessen. Die einzige “Oeffnung”
aus dem Passagierraum fuehrt in den Duty-Free, wo man zu wuerdigen
Dollarpreisen noch wuerdigere Markenwaren erstehen kann. Oder man nutzt die
einstuendige Ueberfahrt fuer ein
Nickerchen.
Auf der
anderen Seite erwartet einen ein verschlafenes Nest, das – aehnlich wie Obidos
oder Toledo – erst aufwacht, wenn die Touristenbusse da sind, und morgens und
abends in seinen gemaechlichen Provinzschlaf versinkt. Dann sitzen die
Einwohner an diesen heiss-schwuelen Tagen vor den Tueren im Schatten und
schluerfen ihren Mate – immer mit einer Thermoskanne dabei, um fuer jeden
Schluck neues heisses Wasser in die Kalabassen-Tasse auf den Berg von
Mate-Blaettern zu schuetten.
Im
Tourismus-Buero empfaengt uns ein eleganter Herr mit offenen Armen. WILL-kommen
im Welterbe der gesamten Menschheit –
el patrimonio de toda la humanidad, sprich, im UNESCO-Welterbe-Ort Colonia del
Santisimo Sacramento. Ein Mini-Altstadtrest, ein paar wiederaufgebaute Mauern,
einige kleine Kopfsteinpflaster-Gassen, wie es sie in jedem spanischen Bergkaff
hundertfach gibt, das ist hier Grund zum Jubeln und zum Stolz auf die
Vergangenheit. Die Portugiesen waren es, die hier im 18. Jh. versucht haben,
eine Bastion gegen das spanische Buenos Aires zu errichten, aber faktisch haben
sie die Infrastruktur fuer den wichtigsten Schmugglerhafen der Kueste geschaffen.
Ist ja auch was.
Hinter der
kleinen Altstadt mit ihrem Mini-Yachthafen zieht sich eine ellenlange Bucht mit
feinstem weissem Sandstrand. Man beginnt es zu glauben, dass das braune Wasser
des Parana wirklich sauber ist, den im Sand finden sich viele Muscheln und die
Leute baden sich in der braunen Bruehe. Wir stecken immerhin die Fuesse rein,
Gabriel malt ein wenig, der streunende Hund freut sich ueber ein wenig
Gesellschaft, und die Maedels aus dem Ort kommen, um sich die Winterblaesse
wegbrennen zu lassen. Alles blueht, die Brise ist himmlisch. Wer haette
gedacht, dass Uruguay so nett ist.
Abends
lernen wir Miguel Angel kennen. Ein flotter Reisender in unserem Alter. Aus
Barcelona, Marbella oder Buenos Aires, wie mans nimmt. Rentner, in Spanien
lebend, nach 12 Jahren wieder einmal in der alten Heimat. Er erklaert uns
vieles, zeigt uns am Horizont die Lichter der Grossstadt und vor den Fuessen
sein Quartier, ein kleines Segelboot, in dem er mit einem Freund von BA ruebergeschipppert
ist und in dem er nun schlafen wird. Behende klettert er ueber die Reling und
verschwindet in der Koje. Wir suchen ein Plaetzchen zum Abendessen und fallen
auf ein pittoreskes nettes Lokal rein, in dem man uns Mate gibt, den der Koch
aus einem Oldtimer serviert. Die Ravioli und die Gnocchi sind gut und selbst
gemacht, haben aber leider Preise wie im Sheraton … na ja, wir haben nett
gesessen und nett gegessen, also, was solls.
Da wir hier
ohne Plan angekommen waren, werden wir nun nach 2 Tagen auch ohne Plan weiterreisen. Obwohl mich “Das
Haus” in Montevideo interessieren wuerde, werden wir die Hauptstadt auslassen, nach
Buenos Aires scheint uns das erst einmal nicht besonders reizvoll. Aber wir
wollen einen Eindruck vom Land gewinnen. Soll es nach “Toter Moench” (Fraile
Muerto) gehen, oder lieber nach “Dreiunddreissig” (Treintaytres)? Wir
entscheiden uns fuer “Pfirsich” (Durazno) irgendwo in der Mitte des Landes. Draussen
schuettet es, ueber Buenos Aires soll – laut Radio – ein Jahrhundertgewitter
runtergegangen sein, das die Muellberge des dreitaegigen Muellstreiks ueber die
ganze Stadt geschwemmt hat, und wir lungern in der Hotelchen-Lounge rum und
warten auf den Bus. Wir werden berichten.
Queriamos un viaje lento, pero llego tambien la aventura, que emocionante lo de San Martin.
AntwortenLöschenCon un frio que pela, aquí en Madrid, como estamos disfrutando todo lo que nos contais
abrazos
Pilar y Al.