La playa del Río Negro
Desde el coche de linea, Uruguay es un
prado sin fin. Una llanura verde salteada de casas más bien
modestas, rebaños de ovejas y
muchas, muchas vacas.
En Durazno sólo nos quedamos tres
horas. Un autobús salía para San Gregorio y espontáneamente
decidimos tomarlo, sobre todo después que en la oficina de Turismo
nos buscaran hotel y nos prestaran un teléfono para reservar
habitación, pues llegaríamos pasada la medianoche.
Las calles de Durazno, de casas bajas
hundidas bajo los plátanos enormes, las buganvillas rebasando las
tapias de los jardines, los árboles de hibiscos en los setos y
jardines municipales, invitan a dar una vuelta. La fácil charla al
paso con la gente sentada ante sus puertas crea
una cómoda impresión de estar en casa que proporciona tranquilidad.
Pocas veces he visto gente tan amable, tan cordial, tan comunicativa
como los uruguayos, por lo menos los que hasta ahora hemos
encontrado.
Martín y Lisandro |
Después del paseo, mientras esperábamos la llegada del
autocar, entablamos conversación con dos trabajadores que también
iban a San Gregorio: Martín y su tío trabajan en la construcción
en Paysandú, en la frontera de Argentina y cada quince días vuelven
a San Gregorio. Martín (25 años) tiene un hijo de 5 meses
(Lisandrito Párez) y cuando llegamos a San Gregorio de Polanco,
pasadas las doce, allí le espera su mujer, Lisa, casi adolescente,
con el niño en una camioneta Nissan. No tienen problema en apretarse
y llevarnos las cinco cuadras que hay hasta el hotel Mustáfa, que es
donde nos hospedamos.
Hotel Mustafa |
El
hotel es un hallazgo. Mustáfa es por lo visto un iraní que dirige
otro hotel en Malgrat de Mar y viene por aquí un par de meses al
año. Sólo hay seis habitaciones y un gran problema: a San Gregorio
llegan este fin de semana 400 jubiladas/os del imserso uruguayo para
celebrar unas „jornadas de la edad dorada“. Nosotros somos como
dos más, pero no tenemos habitación. Por fin nos alojan en una
cabaña del jardín de Mustáfa y allí pasamos el fin de semana.
Nuestra choza / Unsere Hütte |
Todo muy bien, a no ser por el niño autista que vive al lado y toca
el tambor y pone música house a todo volumen de 14 a 15 h. y de 20 a
22 h. Ayer, domingo, hizo sesión contínua por la tarde.
San
Gregorio de Polanco es un pueblo joven. El par de casas que había en
unos terrenos de un tal Polanco creció con las represas que se
hicieron en el río Negro hace unos 50 años, hasta los 3000
habitantes que hoy tiene. El río inundó muchas ensenadas de la
llanura arenosa y formó un lago de dimensiones amazónicas. La
playa, de unos ocho o diez km., es fenomenal. Para llegar al pueblo
hay que hacer 50 km de desvío desde la carretera nacional, en Paso
de los Toros. En el pantano no hay puentes, pero sí dos balsas
gratuitas que transportan desde peatones hasta autobuses a la otra
orilla, donde salen del agua las antiguas carreteras en bastante mal
estado. Ayer pasamos nosotros y fuimos en bici una hora por el
descampado verde hasta que llegamos al primer árbol. Volvimos rápido
y demasiado quemados.
Camino hacia la balsa / Wer sein Rad liebt, schiebt |
En
San Gregorio hay cuatro hoteles, terrenos de camping y muchas cabañas
de alquiler. Parece que es el principal centro interior de turismo
nacional. La temporada alta alcanza desde principios de diciembre
hasta febrero. A nosotros nos ha costado dormir 33 U$ por noche y
hemos estado como los reyes.
Hace
unos años se llevó a cabo el programa de los murales de las casas y
llegaron buenos artistas hispanoamericanos, no primeros nombres, pero
gente que sabía pintar. Recorrer las calles para ver cualquiera de
los 50 ó 60 murales, es un agradable paseo.
Bañarse en las aguas
rojas del río Negro, andar por los bosques de eucaliptos y pinos de
la playa rodeando una gran península, fotografiar pájaros,
preguntar a la gente qué es esto o aquello o si conocen tal nombre o
tal otro, es lo que hemos hecho. Una vez has entablado conversación
con alguien, al siguiente encuentro cruzará la calle para saludar
amablemente y preguntar si nos va bien. La gente es tan suave como el
paisaje. Además, en San Gregorio no son tan „bravos“ como en
otras poblaciones más abiertas al exterior. (Cuando dicen „bravos“
quieren decir que aquí no se roba y aún se puede dormir con la casa
abierta). Y es verdad.
Uruguay
es un país empobrecido. Con esa fama de „Suiza sudamericana“ y
esa gente que se conoce tan europea, tan fina, tan bien hablada, se
adquiere una falsa opinión. Mirta, una jubilada de Paysandú, se
acerca a nuestra mesa de desayuno en cuanto nos ve con un mapa y
empieza a hablarnos de su idea del mundo, de su familia y de su vida
cotidiana dejando entrever sus conocimientos geográficos, su
concepto de la educación de los hijos, y esas cosas que pueden
surgir en una conversación normal, pero con un vocabulario tan
cuidado, un razonamiento tan limpio y una claridad de ideas que se
podría pensar que es una licenciada o una maestra. Pues no, cuando
se lo pregunto, dice que sólo tiene estudios primarios, que tuvo que
ponerse a trabajar en unos almacenes siendo muy joven y no tuvo ya
tiempo ni medios para estudiar más que lo que aprendió haciendo el
bachiller con sus hijos: „estudié con ellos desde la cartilla
hasta las ciencias exactas; yo también hice el bachiller“.
Mirta |
El
bibliotecario del pueblo es funcionario. Se aburre en la biblioteca
de 12 a 18 h. Sólo hay dos estantes de libros y hay días o semanas
que no viene nadie, apenas algún viejo a agarrar algo para leer.
Pero él tampoco es bibliotecario, sino técnico agrario. No tiene ni
idea de que puede y debe organizar círculos de lectura o
actividades de promoción cultural. El era técnico de jardines en
Paso de los Toros hasta que un médico le descubrió en un examen
rutinario que tenía algo en el corazón y tuvo que cambiar de
destino. Ahora tiene que esperar dos años hasta que le operen. El
gobierno le puso ahí. Pero aunque no hace nada, gana poco (16.000
pesos = 650 €), apenas si puede subsistitir en casa de su mamá,
pasándole una pensión a su ex-esposa y manteniendo el Nissan que
tiene a la puerta de la biblioteca. No le pregunto para qué quiere
un coche. Está francamente descontento con el gobierno de José
Mujica, un ex-tupamaro ultracomunista con nombre de artista de cine
mexicano, que habla como un gaucho y se cree un gaucho, pero no hace
nada. Su discurso (el del bibliotecario) me suena a muy sobado. Pero
también él es directo, amable y simpático.
Das Treffen der fidelen Alten
… oder:
Ort der kunstvollen Wände … oder: Insel im Rio Negro.
In Durazno („Pfirsich“) sind wir
nur drei Stunden geblieben, denn noch am selben Abend fuhr ein Bus zu
unserem eigentlichen Ziel, nach San Gregorio de Polanco, mitten im Land Uruguay. Was wir da
wollten? Irgendwer hatte es empfohlen, es mit dem vielsagenden
Prädikat „Balneario“ versehen, was so viel wie Kurort heisst,
hierzulande aber offenbar einfach nur Badeort. Und wir wollten was
von Uruguay sehen, ins Land reinkommen, ein Gefühl dafür bekommen
wie und wo die (wenigen) Menschen leben, die nicht in der Hauptstadt
und den zwei, drei Badezentren an der Küste wohnen. (Insgesamt 3,5
Mio. Einwohner, davon ca. 1,5 in Montevideo)
Die Fahrt nach Durazno ging drei
Stunden lang über grünes Land, Wiesen, ein paar meist schon
abgeernte Getreidefelder. Mal ein Auto, mal ein paar niedrige kleine
Häuser, sonst viel nichts. Der Bus hält an jedem Feldweg, an dem
ein Schüler oder Wochenendheimkehrer aussteigen möchte. Durazno,
ein lebendiges Provinzstädtchen war in den drei Stunden durchaus zu
besichtigen, die Wirtin der Pizzeria – wie alle – reizend und –
auch wie alle – zu einem Schwatz bereit, strahlte – wieder wie
alle – nach dem Zauberwort „Madrid“. Ja, auch sie ist letztes
Jahr dort gewesen, wie schön, Madrid, Paris, Rom, das muss man (als
Uruguayer) gesehen haben.
Die Leute sind von umwerfender
Freundlichkeit. Im Tourismusbüro von Durazno springt alles, um uns
ein Hotel für den ungeplanten nächtlichen Besuch in San Gregorio zu
suchen. Wir wollten ja eigentlich erst 1-2 Tage später dorthin. Im
Bus dann ein Youngster, der aus San Gregorio stammt, Martín: er
werde am nächsten Tag kommen und uns mit dem Auto ein wenig
rumfahren. Und als wir endlich um Mitternacht nach weiteren drei
Stunden Fahrt durch das dunkle unbewohnte Uruguay am Ziel sind,
werden wir gleich in einen Pick-Up Truck gepackt und zum Hotel
gefahren, Martin wurde von Frau und 5-Monate altem Sohn abgeholt und
wir gleich mit. Das per Anruf blind herausgesuchte Hotel Mustafa
entpuppt sich als Glücksfall. Bunt und fröhlich, ein grosser Garten
voller blühender Pflanzen und Sitzecken. Iranisches Kapital, verrät
das Internet, Mustafa persönlich lebt in Katalonien (und verpulvert
dort wohl den zweiten Teil des aus dem Iran gesicherten Kapitals, so
vermuten wir).
Der nächste Morgen bringt eine
Überraschung: es werden fürs Wochenende im Dorf 400 Senioren zu
einem landesweiten Treffen erwartet, es gäbe für die kommenden zwei
Nächten kein leeres Bett im ganzen Ort. Wir müssten leider
ausziehen. Aber schon kam Martin mit Kind und Schwiegermutter
vorbeispaziert, er wüsste eine Cabaña,
die man mieten könnte und – hokus-pokus – auch das Hotel hatte
plötzlich im angrenzenden Privatgarten von Mustafa eine Hütte zu
vermieten. Ein herrlicher Garten, gepflegt und alles blüht. Das
Häuschen primitiv, für Sommergaeste, aber völlig ok. Wir sind
selig, können den Bougainville-überrankten Grill- und Essplatz
nutzen, unseren eigenen Salat machen, Felipe, der Hund bewacht uns.
Derweil ziehen die Senioren ein, eigentlich sind es fast nur
Seniorinnen. Und überschwemmen das Dorf mit Unternehmungslust und
guter Laune. In der rund 10 x 10 Häuserblöcke großen Siedlung
trifft man sie rudelweise an jeder Ecke, im einzig großen Restaurant
am Strand hat man ein Riesen-Zelt errichtet, in dem sie alle
gemeinsam essen und mit Theatervorstellungen, Gesängen und Scherzen
amüsiert werden. Wir – als Altersgenossen – mogeln uns ein wenig
unter die Menge, aber der große Spanier wird schnell überall
erkannt. Die alten Damen charmieren und es wird als Ehre angesehen,
in unserer Begleitung gesehen zu werden. Eine Deutsche, die einst aus
dem Baltikum emigriert ist, belehrt mich, dass mein Name ja wohl
nicht richtig deutsch sei und dass es in Köln sehr wohl Schnee gebe,
denn sie müsse denselben schippen, wenn sie bei ihrem Sohn zu Besuch
sei. Dagegen kann man natürlich nicht ankommen. Aber alle anderen
sind reizend und verabschieden sich am Sonntag mit Küsschen von uns
(nicht alle 400, aber die aus unserem Hotel, denen wir zur Abfahrt in
ihrem altersschwachen Bus winken).
Einige der "fidelen Alten" / jubiladas alegres |
Die Ortschaft San Gregorio de Polanco
liegt auf einer Halbinsel im Rio Negro bzw. in einem der Riesen
Stauseen desselben. Dieser ist – wie sein Name sagt – wirklich
noch etwas dunkler als der Paraná, auch voller Sedimente, und hat
mit Wind Seegang wie das Meer. Er fließt später in den Rio Uruguay,
der Grenzfluss mit Argentinien ist und der bei Buenos Aires dann in
den Paraná mündet. Rund um das Dorf wachsen Pinien, und zum
Fluss/See hin breiten sich kilometerlange Sandstrände aus, die jedem
Meer Ehre machen würden.
Trotz Rentnerschwemme ist kaum jemand am
Strand, der übliche uns folgende Hund, ein paar Jugendliche, die
Ball spielen, eine Gruppe feiernder Mädchen, die sich hier treffen,
um den Schulabschluss zu feiern, mit Mate und Caipirinha, den sie
gutgelaunt mit uns teilen. Was das mit dem Mate auf sich hat, müssen
wir noch ein anderes Mal ausführlicher erzählen.
Caipirinha y Mate |
Wenn wir nicht am Strand sind oder
mit dem
Fahrrad durch die unbewohnte leere (leider auch weitgehend baum-und
damit schattenleere) Landschaft fahren, mit der Fähre gratis ans
andere Ufer übersetzen (so spart man sich den Brückenbau)
oder in
unserem Garten in der Sommerküche hocken und schreiben oder essen,
dann schlendern wir, wie alle, durch den Ort. 10 Blocks rauf, 10
Blocks runter, 10 Blocks nach links, 10 Block nach rechts. Die
Schachbrettblocks sind locker mit kleinen Häuschen bebaut, die in
netten Gärten voller Blumen liegen oder an eine Weide mit ein paar
Schafen oder Pferden grenzen.
Carpincho / Wasserschwein (Capibara) |
Die Häuser sind einfach, klein, viele
auch ärmlich, meist Blech-gedeckt, einige auch mit Strohdächern.
Vor einigen Jahren wurde eine Aktion durchgeführt bei der
internationale Künstler Häuserwände bemalten. Leider sind viele
dieser Wandgemälde schon wieder verblichen oder abgeblättert, aber
viele sind auch noch schön oder lustig, fast alle haben einen
gewissen künstlerischen Wert. So gibt es im ganzen Dorf eine ganze
Menge anzuschauen und zu fotografieren.
Carlos Gardel (in Uruguay geboren, wenn auch als Argentinier berühmt geworden) / Gardel, nacido en Tacuarembó |
Wir könnten problemlos länger
hierbleiben, in den Dorftrott verfallen, im Fluss baden und spazieren
gehen, mit Nachbarn schwatzen und warten bis Martin am nächsten
Wochenende wiederkommt, um Frau und Söhnchen zu besuchen. Aber es
muss wohl auch mal weitergehen.
Que bien leeros desde aqui, el pueblo parece de cuento y los murales muy bonitos.
AntwortenLöschenEn las fotos tenéis una cara de felicidad que da gusto .
Un abrazo de los riojanos
Pues un beso muy fuerte, seguimos con la felicidad y las aventuras. Gabriel y Sabine
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