26. November 2012

San Gregorio de Polanco


 

La playa del Río Negro
 
Desde el coche de linea, Uruguay es un prado sin fin. Una llanura verde salteada de casas más bien modestas, rebaños de ovejas y muchas, muchas vacas.
En Durazno sólo nos quedamos tres horas. Un autobús salía para San Gregorio y espontáneamente decidimos tomarlo, sobre todo después que en la oficina de Turismo nos buscaran hotel y nos prestaran un teléfono para reservar habitación, pues llegaríamos pasada la medianoche.
Las calles de Durazno, de casas bajas hundidas bajo los plátanos enormes, las buganvillas rebasando las tapias de los jardines, los árboles de hibiscos en los setos y jardines municipales, invitan a dar una vuelta. La fácil charla al paso con la gente sentada ante sus puertas crea una cómoda impresión de estar en casa que proporciona tranquilidad. Pocas veces he visto gente tan amable, tan cordial, tan comunicativa como los uruguayos, por lo menos los que hasta ahora hemos encontrado.

Martín y Lisandro

Después del paseo, mientras esperábamos la llegada del autocar, entablamos conversación con dos trabajadores que también iban a San Gregorio: Martín y su tío trabajan en la construcción en Paysandú, en la frontera de Argentina y cada quince días vuelven a San Gregorio. Martín (25 años) tiene un hijo de 5 meses (Lisandrito Párez) y cuando llegamos a San Gregorio de Polanco, pasadas las doce, allí le espera su mujer, Lisa, casi adolescente, con el niño en una camioneta Nissan. No tienen problema en apretarse y llevarnos las cinco cuadras que hay hasta el hotel Mustáfa, que es donde nos hospedamos.

Hotel Mustafa
El hotel es un hallazgo. Mustáfa es por lo visto un iraní que dirige otro hotel en Malgrat de Mar y viene por aquí un par de meses al año. Sólo hay seis habitaciones y un gran problema: a San Gregorio llegan este fin de semana 400 jubiladas/os del imserso uruguayo para celebrar unas „jornadas de la edad dorada“. Nosotros somos como dos más, pero no tenemos habitación. Por fin nos alojan en una cabaña del jardín de Mustáfa y allí pasamos el fin de semana. 

Nuestra choza / Unsere Hütte
Todo muy bien, a no ser por el niño autista que vive al lado y toca el tambor y pone música house a todo volumen de 14 a 15 h. y de 20 a 22 h. Ayer, domingo, hizo sesión contínua por la tarde.
San Gregorio de Polanco es un pueblo joven. El par de casas que había en unos terrenos de un tal Polanco creció con las represas que se hicieron en el río Negro hace unos 50 años, hasta los 3000 habitantes que hoy tiene. El río inundó muchas ensenadas de la llanura arenosa y formó un lago de dimensiones amazónicas. La playa, de unos ocho o diez km., es fenomenal. Para llegar al pueblo hay que hacer 50 km de desvío desde la carretera nacional, en Paso de los Toros. En el pantano no hay puentes, pero sí dos balsas gratuitas que transportan desde peatones hasta autobuses a la otra orilla, donde salen del agua las antiguas carreteras en bastante mal estado. Ayer pasamos nosotros y fuimos en bici una hora por el descampado verde hasta que llegamos al primer árbol. Volvimos rápido y demasiado quemados.

Camino hacia la balsa / Wer sein Rad liebt, schiebt

En San Gregorio hay cuatro hoteles, terrenos de camping y muchas cabañas de alquiler. Parece que es el principal centro interior de turismo nacional. La temporada alta alcanza desde principios de diciembre hasta febrero. A nosotros nos ha costado dormir 33 U$ por noche y hemos estado como los reyes.
Hace unos años se llevó a cabo el programa de los murales de las casas y llegaron buenos artistas hispanoamericanos, no primeros nombres, pero gente que sabía pintar. Recorrer las calles para ver cualquiera de los 50 ó 60 murales, es un agradable paseo.



 Bañarse en las aguas rojas del río Negro, andar por los bosques de eucaliptos y pinos de la playa rodeando una gran península, fotografiar pájaros, preguntar a la gente qué es esto o aquello o si conocen tal nombre o tal otro, es lo que hemos hecho. Una vez has entablado conversación con alguien, al siguiente encuentro cruzará la calle para saludar amablemente y preguntar si nos va bien. La gente es tan suave como el paisaje. Además, en San Gregorio no son tan „bravos“ como en otras poblaciones más abiertas al exterior. (Cuando dicen „bravos“ quieren decir que aquí no se roba y aún se puede dormir con la casa abierta). Y es verdad.
Uruguay es un país empobrecido. Con esa fama de „Suiza sudamericana“ y esa gente que se conoce tan europea, tan fina, tan bien hablada, se adquiere una falsa opinión. Mirta, una jubilada de Paysandú, se acerca a nuestra mesa de desayuno en cuanto nos ve con un mapa y empieza a hablarnos de su idea del mundo, de su familia y de su vida cotidiana dejando entrever sus conocimientos geográficos, su concepto de la educación de los hijos, y esas cosas que pueden surgir en una conversación normal, pero con un vocabulario tan cuidado, un razonamiento tan limpio y una claridad de ideas que se podría pensar que es una licenciada o una maestra. Pues no, cuando se lo pregunto, dice que sólo tiene estudios primarios, que tuvo que ponerse a trabajar en unos almacenes siendo muy joven y no tuvo ya tiempo ni medios para estudiar más que lo que aprendió haciendo el bachiller con sus hijos: „estudié con ellos desde la cartilla hasta las ciencias exactas; yo también hice el bachiller“.
Mirta

El bibliotecario del pueblo es funcionario. Se aburre en la biblioteca de 12 a 18 h. Sólo hay dos estantes de libros y hay días o semanas que no viene nadie, apenas algún viejo a agarrar algo para leer. Pero él tampoco es bibliotecario, sino técnico agrario. No tiene ni idea de que puede y debe organizar círculos de lectura o actividades de promoción cultural. El era técnico de jardines en Paso de los Toros hasta que un médico le descubrió en un examen rutinario que tenía algo en el corazón y tuvo que cambiar de destino. Ahora tiene que esperar dos años hasta que le operen. El gobierno le puso ahí. Pero aunque no hace nada, gana poco (16.000 pesos = 650 €), apenas si puede subsistitir en casa de su mamá, pasándole una pensión a su ex-esposa y manteniendo el Nissan que tiene a la puerta de la biblioteca. No le pregunto para qué quiere un coche. Está francamente descontento con el gobierno de José Mujica, un ex-tupamaro ultracomunista con nombre de artista de cine mexicano, que habla como un gaucho y se cree un gaucho, pero no hace nada. Su discurso (el del bibliotecario) me suena a muy sobado. Pero también él es directo, amable y simpático.




Das Treffen der fidelen Alten
 … oder: Ort der kunstvollen Wände … oder: Insel im Rio Negro.
In Durazno („Pfirsich“) sind wir nur drei Stunden geblieben, denn noch am selben Abend fuhr ein Bus zu unserem eigentlichen Ziel, nach San Gregorio de Polanco, mitten im Land Uruguay. Was wir da wollten? Irgendwer hatte es empfohlen, es mit dem vielsagenden Prädikat „Balneario“ versehen, was so viel wie Kurort heisst, hierzulande aber offenbar einfach nur Badeort. Und wir wollten was von Uruguay sehen, ins Land reinkommen, ein Gefühl dafür bekommen wie und wo die (wenigen) Menschen leben, die nicht in der Hauptstadt und den zwei, drei Badezentren an der Küste wohnen. (Insgesamt 3,5 Mio. Einwohner, davon ca. 1,5 in Montevideo)
Die Fahrt nach Durazno ging drei Stunden lang über grünes Land, Wiesen, ein paar meist schon abgeernte Getreidefelder. Mal ein Auto, mal ein paar niedrige kleine Häuser, sonst viel nichts. Der Bus hält an jedem Feldweg, an dem ein Schüler oder Wochenendheimkehrer aussteigen möchte. Durazno, ein lebendiges Provinzstädtchen war in den drei Stunden durchaus zu besichtigen, die Wirtin der Pizzeria – wie alle – reizend und – auch wie alle – zu einem Schwatz bereit, strahlte – wieder wie alle – nach dem Zauberwort „Madrid“. Ja, auch sie ist letztes Jahr dort gewesen, wie schön, Madrid, Paris, Rom, das muss man (als Uruguayer) gesehen haben.

Die Leute sind von umwerfender Freundlichkeit. Im Tourismusbüro von Durazno springt alles, um uns ein Hotel für den ungeplanten nächtlichen Besuch in San Gregorio zu suchen. Wir wollten ja eigentlich erst 1-2 Tage später dorthin. Im Bus dann ein Youngster, der aus San Gregorio stammt, Martín: er werde am nächsten Tag kommen und uns mit dem Auto ein wenig rumfahren. Und als wir endlich um Mitternacht nach weiteren drei Stunden Fahrt durch das dunkle unbewohnte Uruguay am Ziel sind, werden wir gleich in einen Pick-Up Truck gepackt und zum Hotel gefahren, Martin wurde von Frau und 5-Monate altem Sohn abgeholt und wir gleich mit. Das per Anruf blind herausgesuchte Hotel Mustafa entpuppt sich als Glücksfall. Bunt und fröhlich, ein grosser Garten voller blühender Pflanzen und Sitzecken. Iranisches Kapital, verrät das Internet, Mustafa persönlich lebt in Katalonien (und verpulvert dort wohl den zweiten Teil des aus dem Iran gesicherten Kapitals, so vermuten wir).



Der nächste Morgen bringt eine Überraschung: es werden fürs Wochenende im Dorf 400 Senioren zu einem landesweiten Treffen erwartet, es gäbe für die kommenden zwei Nächten kein leeres Bett im ganzen Ort. Wir müssten leider ausziehen. Aber schon kam Martin mit Kind und Schwiegermutter vorbeispaziert, er wüsste eine Cabaña, die man mieten könnte und – hokus-pokus – auch das Hotel hatte plötzlich im angrenzenden Privatgarten von Mustafa eine Hütte zu vermieten. Ein herrlicher Garten, gepflegt und alles blüht. Das Häuschen primitiv, für Sommergaeste, aber völlig ok. Wir sind selig, können den Bougainville-überrankten Grill- und Essplatz nutzen, unseren eigenen Salat machen, Felipe, der Hund bewacht uns. Derweil ziehen die Senioren ein, eigentlich sind es fast nur Seniorinnen. Und überschwemmen das Dorf mit Unternehmungslust und guter Laune. In der rund 10 x 10 Häuserblöcke großen Siedlung trifft man sie rudelweise an jeder Ecke, im einzig großen Restaurant am Strand hat man ein Riesen-Zelt errichtet, in dem sie alle gemeinsam essen und mit Theatervorstellungen, Gesängen und Scherzen amüsiert werden. Wir – als Altersgenossen – mogeln uns ein wenig unter die Menge, aber der große Spanier wird schnell überall erkannt. Die alten Damen charmieren und es wird als Ehre angesehen, in unserer Begleitung gesehen zu werden. Eine Deutsche, die einst aus dem Baltikum emigriert ist, belehrt mich, dass mein Name ja wohl nicht richtig deutsch sei und dass es in Köln sehr wohl Schnee gebe, denn sie müsse denselben schippen, wenn sie bei ihrem Sohn zu Besuch sei. Dagegen kann man natürlich nicht ankommen. Aber alle anderen sind reizend und verabschieden sich am Sonntag mit Küsschen von uns (nicht alle 400, aber die aus unserem Hotel, denen wir zur Abfahrt in ihrem altersschwachen Bus winken).

Einige der "fidelen Alten" / jubiladas alegres

Die Ortschaft San Gregorio de Polanco liegt auf einer Halbinsel im Rio Negro bzw. in einem der Riesen Stauseen desselben. Dieser ist – wie sein Name sagt – wirklich noch etwas dunkler als der Paraná, auch voller Sedimente, und hat mit Wind Seegang wie das Meer. Er fließt später in den Rio Uruguay, der Grenzfluss mit Argentinien ist und der bei Buenos Aires dann in den Paraná mündet. Rund um das Dorf wachsen Pinien, und zum Fluss/See hin breiten sich kilometerlange Sandstrände aus, die jedem Meer Ehre machen würden. 


Trotz Rentnerschwemme ist kaum jemand am Strand, der übliche uns folgende Hund, ein paar Jugendliche, die Ball spielen, eine Gruppe feiernder Mädchen, die sich hier treffen, um den Schulabschluss zu feiern, mit Mate und Caipirinha, den sie gutgelaunt mit uns teilen. Was das mit dem Mate auf sich hat, müssen wir noch ein anderes Mal ausführlicher erzählen.

Caipirinha y Mate


Wenn wir nicht am Strand sind oder


mit dem Fahrrad durch die unbewohnte leere (leider auch weitgehend baum-und damit schattenleere) Landschaft fahren, mit der Fähre gratis ans andere Ufer übersetzen (so spart man sich den Brückenbau)


 oder in unserem Garten in der Sommerküche hocken und schreiben oder essen, dann schlendern wir, wie alle, durch den Ort. 10 Blocks rauf, 10 Blocks runter, 10 Blocks nach links, 10 Block nach rechts. Die Schachbrettblocks sind locker mit kleinen Häuschen bebaut, die in netten Gärten voller Blumen liegen oder an eine Weide mit ein paar Schafen oder Pferden grenzen. 
Carpincho / Wasserschwein (Capibara)

Die Häuser sind einfach, klein, viele auch ärmlich, meist Blech-gedeckt, einige auch mit Strohdächern. Vor einigen Jahren wurde eine Aktion durchgeführt bei der internationale Künstler Häuserwände bemalten. Leider sind viele dieser Wandgemälde schon wieder verblichen oder abgeblättert, aber viele sind auch noch schön oder lustig, fast alle haben einen gewissen künstlerischen Wert. So gibt es im ganzen Dorf eine ganze Menge anzuschauen und zu fotografieren.

Carlos Gardel (in Uruguay geboren, wenn auch als Argentinier berühmt geworden) / Gardel, nacido en Tacuarembó

Wir könnten problemlos länger hierbleiben, in den Dorftrott verfallen, im Fluss baden und spazieren gehen, mit Nachbarn schwatzen und warten bis Martin am nächsten Wochenende wiederkommt, um Frau und Söhnchen zu besuchen. Aber es muss wohl auch mal weitergehen.

2 Kommentare:

  1. Que bien leeros desde aqui, el pueblo parece de cuento y los murales muy bonitos.
    En las fotos tenéis una cara de felicidad que da gusto .
    Un abrazo de los riojanos

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    1. Pues un beso muy fuerte, seguimos con la felicidad y las aventuras. Gabriel y Sabine

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