13. April 2013

Lagunas en el desierto / Lagunen in der Wüste



Lagunas en el desierto
En un hotel tan lujoso, con tanto lujo de detalles y tan confortable, una noche sabe a poco. Pero no hay otro remedio. A las 7.30 h. es el desayuno, un raro desayuno “en conserva”: zumo de botella, müsli, nescafé y leche en polvo. A las 8 h. en punto está Víctor en la puerta y hay que salir a la parte más aventurera de la excursión: el desierto que se extiende al sur del salar. Normalmente el Salar se atraviesa de norte a sur, pero parece que en la orilla sur el agua es aún relativamente alta, de modo que vamos en dirección este y, dos horas después, estamos de nuevo en Uyuni. Allí hacemos un descanso para tomar café que no sea de polvos; pero resulta más fácil decirlo que obtenerlo.

Am Palmsonntag - Prozession  mit Palmzweigen
Procesión de Domingo de Ramos en Uyuni

Ese día, Domingo de Ramos, en Uyuni no hay electricidad, y el ánimo de las camarerillas está un poco alterado. Todos los hoteles, mejor dicho, todo el pueblo parece que está gestionado por niños: los niños están a cargo de los restaurantes, de los internetes, de los bares, de las tiendas... una locura. Entras en un bar y nadie se mueve, preguntas, gritas si no hay nadie y al cabo del rato aparece una niña de unos doce años y pregunta lo que se desea. “Un café”... “tardará unos doce minutos” (con esa precisión). Entonces le digo adios, y ella encoge los hombros como si no le incumbiera.

Después de este café virtual continuamos viaje hacia el “Cementerio de Trenes”. Aunque sale en todos los mapas, el cementerio de trenes es un basurero descuidado y sin remilgos de todos los trenes mineros y de pasajeros que alguna vez hubo por allí. Un milagro que nadie haya robado todavía esa cantidad de metal semienterrada en la arena. 



Luego seguimos por una pista regular hacia el sur. Victor no explica que los camiones que se nos cruzan son de la minera japonesa que explota la mina de San Cristóbal y, esta misma compañía es la que mantiene la pista. Tras 1½ horas  llegamos al pueblo.
Arriba, en los montes, está la mina, una de las más grandes del mundo a tajo abierto, de la que se extraen estaño, plomo y plata. La minera es una empresa al 100% filial de una multinacional nipona – Aquí tiene Evo una oportunidad más de nacionalización!- Pero la empresa parece que está atada por contrato a la economia de la región. San Cristobal estaba originalmente en el lugar donde hoy está la mina. En 1999 todo el pueblo fue trasladado a su nuevo emplazamiento y la iglesia transportada piedra por piedra y reconstruída en su versión original. El pueblo es el más rico de los que hemos visto en todo el altiplano: bonitas casas, buenas escuelas, hospitales, etc... La minera se ha comprometido a contratar sólo a trabajadores de este pueblo (o a forasteros casados con “cristobalinas”) y de dos pueblos vecinos.  pagan bien: Víctor nos asegura que unos 2000 U$ netos al mes. Con eso se puede vivir muy bien en Bolivia, aunque se esté en un paisaje inhóspito al fin del mundo. En las calles de San Cristóbal hay buenas motos y buenos coches. Y los fines de semana muchos accidentes, dice Víctor.



Palmsonntag in San Cristóbal / Domingo de Ramos en la iglesia de San Cristóbal
Llegamos a la iglesia justo en el momento en que acaba la procesión del Domingo de Ramos. Contra el gentío que abandona el templo con sus palmas, entramos con las cámaras en ristre, en el momento en que el cura anuncia por el micrófono: “Se recuerda a los hermanos extranjeros que está prohibido tomar fotografías”! La iglesia es preciosa y seguro que, tras el traslado, se conserva en mejor estado que nunca, en sus 300 años de existencia.
Más allá de S. Cristóbal empieza tierra comanche. La minera ya no se ocupa del manteniemiento de las pistas ni de los alambres de la luz (el Estado parece que tampoco!), la civilización se acaba del todo y los restantes 250 km hacia el sur, hasta la frontera chileno-argentina sólo son desierto con algunas altas lagunas andinas y volcanes pintorescos. La aventura consiste en viajar en un cuatro por cuatro y un chófer que conoce cada curva del camino, a través de las pampas sin carreteras.

La gran "aventura" de rellenar el depósito de gasoil
Se puede uno sentir durante dos días como si estuviera participando en el ralley París-Dakar (que desde hace un par de temporadas tiene lugar exactamente en este sector de fronteras y que ahora, D. Evo Morales, el muy palurdo, se esfuerza en traerlo a su Bolivia del alma, dice que para dar a conocer al mundo el salar de Uyuni, o para destrozarlo, debe ser). Las reservas de gasolina, víveres y agua a bordo, suficientes para 14 días o más de viaje y un hotel de lujo en el horizonte, en el que poder recuperarse del destrozo espalderil que causa un viaje semejante en jeep.
Claro que hay que conceder que tiene su atractivo viajar una vez en la vida campo a través de cientos de kilómetros. Victor conoce de verdad cada montón de arena, conduce relajado por encima de las dunas y baja por los montes de piedras, atraviesa arroyos y bofedales y rodea las colinas por la derecha o por la izquierda, según le convenga. 



Para en un campo de formaciones pétreas erosionadas y, mientras nos prepara el picnic de mediodía, nos indica dónde hay una buena panorámica para que le dejemos solo mientras prepara las vituallas y pone la mesa, se detiene en las riberas más pintorescas de las lagunas, desde las que se puede retratar flamencos o se puede dar un corto paseo. Conoce cada monte por su nombre, cada planta por insignificante que sea, cada pájaro: es un fuente de información inagotable.
 


Una tras otra nos lleva por casi todas las lagunas. Turquiri, Cañapa, Hedionda, Chiarcota, Honda y Ramaditos, nos muestra al fondo, en la frontera con Chile, el volcán Ollagüe (5869 m), que en un lado de su cumbre tiene una pequeña pero constante fumarola y por fin, tras un largo trecho por un puro desierto de arena, nos lleva al Tayka-Hotel del Desierto, adonde llegamos al atardecer. 

Un edificio alargado y chato que se sostiene en medio de la nada y que, al contrario que el Hotel de Sal, tiene bastantes habitaciones ocupadas. La construcción y el mobiliario es tan elegante en uno como en el otro y la cena igual de suculenta y, ésta, sin demasiada sal. En este hotel sólo hay corriente eléctrica desde las 18 h. hasta las 21.30 h., pero tras 10 horas de viaje a nuestras espaldas y una ducha caliente (de energía solar), mientras fuera las temperaturas bajan de los cero grados, nos rendimos enseguida a la invitación de la cama.

Lo cierto es que estamos a 4600 m de altura -nuestra máxima altura en lo que se refiere a alojamiento nocturno- y lo notamos. Vaya si lo notamos! Acostado, no me llega el resuello ni a la tráquea, me paso las primeras horas con la boca abierta y jadeando. Por fin me siento en la cama y sentado me duermo entre pesadillas de terror cardiaco y planificando decirle a Víctor que bajemos rapidamente a donde sea. Segunda noche sin dormir. Esta vez hay que levantarse a las 5 de la mañana y yo tengo claro que al campo de geyseres, a 5300 m de altura, no voy a subir. Al fin y al cabo, es el mismo campo que el Tatio, en Chile, donde ya he cumplido la obligación de estar, fotografiarlo antes del amanecer y bañarme en la poza de agua volcánica... Por otra parte, todo el mundo dice que estos geyseres son mucho menos imponentes que los chilenos... Tampoco nos seduce viajar campo a través más de 150 km para ver la Laguna Verde (que todos dicen que se está volviendo amarilla) y preferimos bajar pronto a una altitud más agradable sin necesidad de dejarnos traquetear 10 horas en el jeep.


Victor encuentra nuestros argumentos razonables: El paisaje en los próximos 150 km no es muy diferente del que ahora vemos y, además, para viajar por este sector sur hay que atravesar una Reserva Natural de Fauna y Flora Andinas Eduardo Avaroa, en la que es necesario pagar una sustanciosa entrada que no lo vale (hace un par de años costaba la décima parte; subieron la entrada para arreglar las pistas, pero no arreglan nada, nos explica Víctor). Sin embargo, hay que disculpar de alguna manera la madrugueta (y el desayuno de polvos de café y leche en polvo, que parece la marca y tacha de los hoteles Tayka). Victor nos propone ir hasta la Laguna Colorada, que es la más bonita de todas y desde allí volvernos. Tiene toda la razón que le da la experiencia.



Tras una hora de viaje y tras pasar por el “árbol de piedra”, una formación rocosa que no se le perdona a ningún turista, al amanecer estamos en la Laguna Colorada, sólos nosotros y los flamencos, rodeados de un frío que pela en un ambiente maravillosamente irreal, con los pequeños charcos y bofedales helados que el sol calienta pronto, liberando las patas de los flamencos. 



Tomamos infinitas fotos, probablemente todas iguales, pero qué más da, erramos por la ladera y disfrutamos como enanos de un paisaje único una única vez en la vida. ¿Que porqué la laguna se llama “Colorada”? Con el calor del sol y el escarbar el agua de los flamencos, suben a la superficie algas rojas que a mediodía, por lo menos, le dan a la laguna el color de su nombre.
El viaje de vuelta lo hacemos paseando y vemos más lagunas (Laguna Khara, Laguna Cachi, laguna Pastos Grandes y laguna Chuluncani), de algunas de las cuales se extra bromo. Hacemos una vez más picnic en las formaciones rocosas y conseguimos, tras hacer 900 km a través del campo en tres días, llegar a Uyuni bien batidos y contentos, antes que todos los demás jeeps de excursionistas. En Uyuni permanecemos otra noche, menos lujosamente pero sin dificultades respiratorias ni de sed por exceso de sal. Al día siguiente cogemos el autobús a Potosí.



Wüste und Lagunen
Eigentlich ist eine Übernachtung zu wenig, um ein so luxuriöses, mit viel Liebe zum Detail gestaltetes Hotel richtig genießen zu können. Aber es hilft nichts. Um ½ 8 gibt es Frühstück – etwas seltsam: es gibt Müsli und Pulverkaffee, aber Milch nur in Pulverform – und um 8 steht Victor vor der Tür des Salzhotels und es geht los, zum Abenteuer-Teil der Exkursion. Dabei handelt es sich um das Befahren der Wüstengegend südlich des Salars. Normalerweise würde man den Salzsee einfach von Norden nach Süden queren, um an den Ausgangspunkt dieser Exkursion zu gelangen, aber am südlichen Ufer steht das Wasser offenbar noch relativ hoch, so dass wir die weiße Fläche in Richtung Osten queren und nach etwa 2 Stunden wieder in Uyuni “anlanden”. Dort machen wir eine Kaffeepause und besuchen am Ortsrand den “Friedhof der Dampfloks”,  und dann geht es auf die (recht holperfreie) Piste gen Süden. 

Victor erklärt, dass hier die Lastwagen von der Mine von San Cristobal führen, die Minengesellschaft hielte die Piste in Ordnung.

Nach weiteren 1 ½ Stunden kommen wir im Ort San Cristobal an. Oben am Berg liegt die Mine, einer der größten Tagebaue der Welt, wie wir nachlesen konnten, in dem Zink, Blei und Silber abgebaut werden. Die Bergbaugesellschaft ist eine 100%-Tochter eines japanischen Multis – hier hat Evo noch was zum Nationalisieren! Aber das Unternehmen ist offensichtlich schon vertraglich ganz ordentlich in die Regionalwirtschaft eingebunden. San Cristobal lag ursprünglich da, wo der Tagebau erweitert wurde. 1998/99 ist das ganze Dorf umgesiedelt worden, und die Kirche wurde Stein für Stein im Originalzustand mitgenommen. 


Das Dorf ist das wohlhabendste, das wir auf dem ganzen Altiplano gesehen haben. Sehr propere Häuser, anständige Schulen, Krankenhaus etc. Die Bergbaugesellschaft ist verpflichtet, nur Arbeiter aus diesem Dorf und zwei Nachbardörfern einzustellen. Und die Bergarbeiter verdienen recht ordentlich, versichert uns Victor, etwa 2000 U$ netto im Monat, damit kann man hierzulande schon recht kommod leben. Wenn auch in einem sehr drögen Umfeld, kurz vor dem Ende der Welt.

Wir kommen an der Kirche an, als grade der Palmsonntags-Gottesdienst zu Ende ist. Entgegen den Massen, die mit Palmzweigen aus der Kirche strömen, drängeln wir rein und werden gleich übers Mikro vom Herrn Pfaffen gemahnt, “die Brüder Ausländer mögen doch bitte vom Fotografieren Abstand nehmen”. Die Kirche ist wirklich schön und ist sicher nach der Umsetzung und Renovierung besser in Schuss als sie es in den vergangenen 300 Jahren war.
Hinter San Cristobal beginnt die Wildnis. Hier kümmert sich die Bergbaugesellschaft nicht mehr um den Erhalt von Pisten und Stromleitungen (der Staat offensichtlich auch nicht), hier hört die Zivilisation ganz auf und die restlichen rund 250 km nach Süden, bis zur argentinisch-chilenischen Grenze sind nur noch Wüste mit einigen Hochlandlagunen und pintoresken Vulkanen. Das “Abenteuer” besteht hier darin, mit einem 4-Rad-Antrieb-Jeep und einem Fahrer, der jeden Winkel dieser Wueste kennt, durch das straßenlose Gelände zu fahren. Man darf sich 2 Tage lang als Teilnehmer der Paris-Dakar-Ralley fühlen (die ja seit einigen Jahren genau in diesem Grenzgebiet abgehalten wird). Benzin-, Lebensmittel- und Wasservorräte an Bord, die auch für 14 Tage ausreichend wären, und ein Luxushotel am Horizont, in dem man sich von den Strapazen (des im Jeep Mitfahrens) erholen kann.

Gut, ich gebe zu, es hat seinen Reiz, mal ein paar hundert Kilometer einfach querfeldein zu fahren. 
Victor kennt wirklich jeden Sandhaufen, fährt locker eine Düne hoch und einen Steinberg wieder runter, quert Wasserläufe und umrundet Felsen rechts oder links, wie es ihm passt. In einem Feld von erodierten Sandsteinformationen hält er an und bereitet uns das Mittagessen, weist uns schöne Aussichtspunkte und hält an diversen malerischen Lagunenufern, wo man Flamingos fotografieren oder einfach nur mal ein paar Schritte laufen kann. Er kennt jeden Berg mit Namen, jedes Pflänzchen, jeden Vogel – eine schier unerschöpfliche Quelle an Information.

Vicuña

 





 
Nacheinander fährt er uns an den Lagunen Turquiri, Cañapa, Hedionda, Chiarcota, Honda und Ramaditos vorbei, zeigt uns im Hintergrund den auf der Grenze zu Chile liegenden Vulkan Ollagüe (5869 m), der an einer Seite seines Gipfels ein kleines aber beständiges Rauchfähnchen aufweist, 

Vulkan Ollgüe (wenn man genau hinsieht, sieht man das Rauchfaehnchen ueber dem linken Gipfel)
Volcán Ollagüe (en la cima de la izquierda se ve la fumarola)


und liefert uns schließlich, nach einer längeren Strecke durch reine Sandwüste, schon in der Abenddämmerung im Tayka-Wüstenhotel ab. Ein langgezogener flacher Bau aus Feldsteinen, der mitten im Nichts steht und – anders als das Salzhotel – ziemlich gut ausgelastet ist. Ein junger Aymara ist der Hotelmanager, hier ist man also schon recht weit mit Übergabe des Hotels an die Einheimischen. 


Blick aus dem Fenster des Wüstenhotels
Vista desde la ventana del Hotel del Desierto
Baulich und in der Ausstattung ist das Hotel genauso schick wie das vorherige (Bilder s. oben in Gabriels Text), und das Essen ist auch hier hervorragend (und nicht versalzen). Allerdings gibt es nur von 18 bis 22 Uhr Strom. Duschen solle man am besten vor dem Abendessen, denn dann ist das Wasser in den Sonnenkollektoren am wärmsten. Nach über 10 Stunden Autofahrt sind wir ohnehin recht gerädert und fallen relativ früh ins kuschelweiche Bett. Aber ach, wir befinden uns auf 4600 m Höhe – unser bisheriges Maximum, was die Quartiere betrifft. Und wir merken es! Besonders im Liegen bekommt man schwer Luft, muss immer wieder mit offenem Mund tief einatmen – die Nacht wird wieder eine ziemliche Qual, und als der Morgen dämmert (heute müssen wir um 5 aufstehen!) ist uns klar, dass wir weder zu den auf 5300 m liegenden Geysirfeldern (die wir schon von der chilenischen Seite aus kennen), noch zu der 150 km weiter südlich liegenden “Grünen Lagune” fahren wollen, sondern es vorziehen, wieder in angenehmere Höhenlagen zu kommen und nicht wieder volle 10 Stunden im Auto zu sitzen.
Zum Sonnenaufgang an der Laguna Colorada
Amanecer en la laguna colorada


Victor findet unsere Überlegungen vernünftig (Sie ersparen ihm auch rund 4 Stunden querfeldein fahren), die Landschaft auf den nächsten 150 km sei auch nicht anders als hier, außerdem müsse man, um in den südlichen Bereich einfahren zu dürfen, einen gesalzenen Eintrittspreis in das Naturreservat zahlen, und der sei es eigentlich nicht wert. Doch das früh Aufstehen (und das Frühstück mit Milchpulver) sollen sich gelohnt haben. Victor schlägt uns vor, noch bis zur Laguna Colorada (der roten Lagune) nach Süden zu fahren, die sei die schönste von allen, und dann könnten wir umdrehen. Er hat Recht! 






Nach einer Stunde sind wir zum Sonnenaufgang an der Lagune – nur wir und die Flamingos, eine irreale wunderschöne Stimmung in Eiseskälte – kleinere Pfützen sind zugefroren, aber die aufgehende Sonne wärmt schnell. Wir schießen unzählige Fotos – wahrscheinlich alle gleich, aber das ist uns egal –, stapfen am Ufer herum und finden es himmlisch. Warum die Lagune “rot” heißt? Mit der Sonnenwärme und dem Gegründel der Flamingos kommen rote Algen an die Oberfläche, die dem See zumindest um die Mittagszeit eine rote Färbung verleihen.
Die Rückfahrt machen wir gemächlich und sehen weitere Lagunen (Khara Laguna, Laguna Cachi, Pastos Grandes und Chuluncani), aus einigen davon wird Brom gewonnen. Wir machen noch einmal Picknick zwischen den Sandsteinformationen und gelangen nach insgesamt 900 km Querfeldeinfahrt (in den 3 Tagen) gut durchgerüttelt und zufrieden (früher als alle anderen Jeeps) wieder nach Uyuni. Hier bleiben wir die Nacht über, weniger luxuriös, aber ohne Atembeschwerden oder Salz-Nachdurst. Morgen wird es im Bus nach Potosí gehen.


Ausnahmsweise mal eine ergaenzende Fotogalerie, weil's sooo schoen war!
Galería de fotos casi iguales, porque era bonito (y quitarlas llevaba su tiempo...) 


Kirche von San Cristobal / Iglesia de San Cristóbal







Picknick unterwegs / picnic-aventura (?)






Vicuñas
 






Vizcacha, eine Mischung aus Hase und Chinchilla /
Una Vizcacha tomanado el sol o la suerte de ser la prima pobre de la chinchilla
 













 



Llareta (eine sehr langsam wachsende Holzpflanze, KEIN Moos. Sie brennt gut ob ihrer hohen Dichte, steht deshalb unter Naturschutz
Llareta, una planta, no musgo, del altiplano que crece lentamente y es especie protegida porque fue esquilmada por la industria minera a causa de su altísimo valor calórico






 






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