No me explico las ganas que tenía Sabine de
llegar a Mendoza. Yo hubiera preferido empezar a buscar un lugar campestre
donde descansar de tanto paisaje urbano y dedicar unos días a no viajar. Pero
lo cierto es que el llano interminable, el calor contumaz y las recomendaciones
de las oficinas de turismo lo desaconsejaban constantemente. Argentina es tan
grande que si te dicen „está cerca“, pueden referirse a 200 km de distancia y con
imposibilidad de llegar en transporte público. Y, en general, los alojamientos
turísticos no resultan caros, pero sólo si se viaja en tropel, como hacen los
autóctonos. Al igual que en Chile, una „cabaña“, por ejemplo, puede costar 300
AR$, pero en ella caben entre dos y ocho personas y, si sólo la ocupa una
pareja, al hotelero le tiene sin cuidado y no baja el precio. Así que no nos
quedó otro remedio que conocer Mendoza desde el apartamento alquilado al
policía.
Poco bucólica pero segura entrada al apto. con viajero de colectivo |
Maravillosa y segura vista desde la ventana |
Llegamos a Mendoza a las diez de la noche y
pasamos sin complicaciones por las horcas claudinas de los 2 pesos al que nos
sacó las maletas del autobús y otros 2 al que nos las metió en el taxi. El
taxista era, como todos los que hasta ahora hemos conocido en Argentina,
simpático y honrado. La calle a la que íbamos, calle Salta, no estaba por lo
visto en buen barrio, los árboles cegaban las farolas, el policía aún no había
llegado, nadie respondía a nuestros timbrazos y pululaban alrededor del portal
media docena de sombras que no resultaban tranquilizadoras. Muy pronto me
percaté de que, enfrente de casa, había una parada múltiple de autobús y las
sombras no eran más que gente que esperaba la llegada del suyo, así que le dije
al taxista, que quería esperar a que entráramos, que se fuera. Y no pasó nada.
El polizonte llegó en chándar y chanclas, conduciendo su todo terreno. Era un
tipo toro, con el pelo de la cabeza unido al del entrecejo y la sudadera casi
reventada de músculatura de gimnasio.
El apartamento era „normal“, si acaso
bastante jaula (rejas de seguridad por todas partes), no tenía TV ni Wifi
porque una aparatosa tormenta había derribado la antena tres días antes (podía
habernos avisado, qué cojones, pero estos pequeños fraudes son evidentemente
legales). Nos explicó sucintamente dónde estaba el centro (a sólo dos cuadras
de allí) y se largó a seguir viendo el partido que le habíamos interrumpido
(supongo).
Una ciudad segura. Ejercicios de cerrar en 3 segundos por si ataca el delincuente. Seguratas, aquí hay trabajo! |
La calle central de Mendoza es un bulevar, San
Martín (qué otro nombre, si no?), con gran abundancia de comercios, terrazas,
bares que a aquella hora de la noche estaban llenos. Dimos una vuelta buscando
dónde cenar, pero en todos parecían tener la misma carta repetida de fastfood
argentino (sandwiches, milanesas y pizzas, lomitos, choripanes, todo retratado
con abundante queso analógico derretido).
Tras tomar un „licuado de ananá“ en
una terraza nos fuimos hacia nuestra calle donde, al venir, habíamos visto dos
restaurantes peruanos. Probablemente vivíamos en un barrio de inmigrantes y de
ahí venían los recelos del taxista.
Mendoza tiene nombre de Casa de Alba. Calculo,
por lo que me acuerdo de la historia de Chile, que tiene algo que ver con
García Hurtado de Mendoza, el virrey noble y „niño bien“ que llegó para poner
boato y sangre azul en aquellos conquistadores labriegos de Chile y, como no,
para aprovecharse de la buena política y avances que habían llevado a cabo
Valdivia y su lugarteniente Villagrá. Este último fué quien entabló contacto y
amistad con los huarpes nativos de este lugar, y aquí fundó un asentamiento que
luego sería Mendoza, un „tambo“ (=ventas de los caminos incas) necesario para,
tras atravesar los Andes, reparar fuerzas y seguir hacia el Atlántico, o hacia
Lima sin pasar por Atacama. Puede que yo esté equivocado, pero me parece que
así fueron más o menos las cosas.
Hacia mediados del siglo xix Mendoza quedó
arrasada por un terremoto que mató a miles de personas y sólo dejó en pie
algunos muros de la iglesia de los jesuitas. En vez de limpiar los
escombros y reconstruir las calles, los mendocinos decidieron construir la
ciudad en otro lugar y, partiendo de la antigua plaza de la iglesia, trazaron la Avenida de San Martín, de
unos 5 km
de longitud: hacia el lado oeste de la misma, en dirección a los montes, está
la zona pudiente; hacia el este, la zona menos noble. Nuestra casa está al
este. La plaza de la
Independencia, que es la principal, queda al oeste y forma
con otras cuatro plazas más pequeñas los cinco puntos del „dado urbano“ del
centro mendocino.
La más curiosa de las cuatro es la Plaza de España, decorada con azulejos de estilo sevillano en los que se mezclan episodios del Quijote y del Martín Fierro con abstrusos textos coloniales. Si se sigue subiendo en dirección a los montes, se llega al gran parque San Martín, que viene a ser como el retiro madrileño, pero con las dimensiones de la Casa de Campo. Argentina es, ya lo he dicho, un país desmesurado.
La más curiosa de las cuatro es la Plaza de España, decorada con azulejos de estilo sevillano en los que se mezclan episodios del Quijote y del Martín Fierro con abstrusos textos coloniales. Si se sigue subiendo en dirección a los montes, se llega al gran parque San Martín, que viene a ser como el retiro madrileño, pero con las dimensiones de la Casa de Campo. Argentina es, ya lo he dicho, un país desmesurado.
Entrada al parque San Martín decorada como regalo de navidad |
En esta nueva erección urbana sólo rigió una
regla de oro: que las calles fueran suficientemente anchas para que otro seismo
no causara tantas muertes. Y en las calles, aunque el clima es muy seco,
plantaron árboles: plátanos, chopos, castaños, moreras, eucaliptos, algarrobos,
regados por acequias, y que hoy día son centenarios: el resultado es que las
calles mendocinas tienen una belleza inusitada, difícil de emular;
los árboles crean verdes arcos de triunfo en los que la vista se columpia como en un cuadro de Fragonard y, además, dan sombra, frescura y ocultan la casas, que en su mayoría apenas tienen relevancia arquitectónica.
los árboles crean verdes arcos de triunfo en los que la vista se columpia como en un cuadro de Fragonard y, además, dan sombra, frescura y ocultan la casas, que en su mayoría apenas tienen relevancia arquitectónica.
Al día siguiente (sábado 30), en la calle
peatonal que va de la
Avenida San Martín a la Plaza de la Independencia,
encontramos una agencia de viajes abierta y decidimos contratar una excursión.
Como subir y bajar en un día hasta los Andes y el Paso del Inca (desfiladero
natural a Santiago de Chile, ciudad a sólo 200 km de Mendoza) nos
pareció demasiado, decidimos apuntarnos a una excursión de media jornada al
cercano pueblo de Maipú y visitar dos bodegas y una fábrica de aceite.
Una bodega "italiana" en Maipú |
Formábamos el grupo unas veinte personas: una
amartelada pareja de brasileños, dos chicas colombianas, una mujer peruana que
se montó en el Sheraton, una familia múltiple de venezolanos y nosotros. No
vimos nada del otro mundo, pero fue curioso visitar con gente que nunca ha
visto un lagar ni una almazara esta clase de industrias. El aspecto comercial
de la excursión no resultó nada opresivo, nadie nos obligó a comprar nada, pero
todos volvieron cargadísimos. Yo me preguntaba como se llevarían a sus países
tanto peso y tanto vidrio.
Al volver de la excursión, a mediodía del día
31, encontramos la ciudad herméticamente cerrada. Y doblemente, porque en la
casa del del maldito policía no teníamos internet ni televisión.
Es difícil orientarse en una ciudad cerrada.
Las profundas acequias que surcan las calles paralelas a las aceras, estaban secas y llenas de plásticos y de basura, los comercios con las persianas bajadas y las rejas de protección pintarrajeadas de grafittis mostraban su lado menos amable, los bares habían escondido su mobiliario y toda la ciudad parecía prepararse para la guerra.
Los periódicos hablaban del cierre del Parque San
Martín; aumentó sensiblemente la presencia policial en las calles y, aunque encontramos
algún kiosko abierto, alguna heladería, algún bar, nadie supo darnos razones
del festejo de Nochevieja ni de si había una plaza determinada para reunirse.
„Y... En casa, no más!“. Tan desorientados como nosotros deambulaban dos o tres
guiris que nos encontramos por la calle. El del bar El Coyote, en la Avda. San Martín, que
había trabajado en Málaga siete años y acababa de volver y de hacerse cargo del
negocio, tampoco salía de su asombro: „ Y nada!, aquí la gente no hace nada en
una noche así! Y si salen, no saben adónde ir. Yo voy a tener abierto el bar
toda la noche!“.
Peligrosa acequia para cualquier borrachín |
Las profundas acequias que surcan las calles paralelas a las aceras, estaban secas y llenas de plásticos y de basura, los comercios con las persianas bajadas y las rejas de protección pintarrajeadas de grafittis mostraban su lado menos amable, los bares habían escondido su mobiliario y toda la ciudad parecía prepararse para la guerra.
Un grafitti mendocino |
Feliz 2013 en la mendocina Avda San Martín! |
Nos fuimos a casa a cenar lo que habíamos
comprado el día anterior en el Carrefour cercano y, hacia las 11,30 h volvimos
a salir a la calle cargados con dos benjamines de cava nacional y un montón de
pasas en esta ciudad autodeclarada „capital internacional del vino“ (Las uvas
todavía no están maduras, la vendimia tiene lugar en febrero-marzo). El Bulevar
San Martín estaba desierto: alguna patrulla de policía, algún taxi, alguna moto...
Nos dimos nosotros mismos las doce comiendo pasas y nos bebimos una botellita;
la otra la abandonamos: ni pudimos abrir el tapón de rosca ni el contenido
merecía la pena... Luego empezaron los fuegos artificiales y cohetes y nosotros
nos fuimos al Coyote.
En la terraza cenaba el „malagueño“ con toda su familia. Sus niños jugaban con cohetes en medio de la calle y, cerca, los guiris del Hostel, salieron a la calle en grupo, pero, visto lo visto, se volvieron a sus literas. Cuando nos hubimos liquidado la botella de vino del Coyote, nos volvimos a casa.
brindando en El Coyote |
En la terraza cenaba el „malagueño“ con toda su familia. Sus niños jugaban con cohetes en medio de la calle y, cerca, los guiris del Hostel, salieron a la calle en grupo, pero, visto lo visto, se volvieron a sus literas. Cuando nos hubimos liquidado la botella de vino del Coyote, nos volvimos a casa.
El día de Año Nuevo amaneció espléndido y con una
brisa fresca que invitaba a dar un paseo y cogimos nuestras másquinas de fotos.
Ibamos tranquilos, fotografiando acequias y basura por las calles vacías,
cuando de repente sonó una voz con megáfono a toda potencia: „Put your camera
in your pocket!!“. Me asustó porque no entendía qué pasaba. Me volví y ví un
coche de „policía turística“ que me daba airadamente la orden de guardar la
máquina de fotos. „Es que están ustedes provocando un robo“ En cuanto comprendí
la situación, les grite: „¡¡Yo sé lo que tengo qu e hacer con mi cámara!!“ Qué
desvergüenza! En vez de dedicarse a buscar ladrones, se dedicaban a impedir que
los turistas hicieran turismo. Y en qué tono! Entendí a la perfección las
declaraciones hechas por Darín, que estos días publican los medios, diciendo
que Argentina es un país represor. Y vaya si lo es, y con qué naturalidad! Es
como decirle a una quinceañera que no salga a la calle porque la van a violar.
Ya no
pudimos pasear tranquilos. Tras cada esquina esperábamos a un ladrón, en cada
persona que se acercaba por la calle
veíamos un delincuente, si se oía alguna moto nos pegábamos a la pared remiendo
un tirón. Ibamos en dirección a la terminal para enterarnos del horario de
autobuses a San Juan y, para atravesar el parque vacío que hay delante ella,
tuvimos que pararnos y recapacitar. Menos mal que aún conservabamos la calma.
Esta gente tiene miedo, leen demasiados crímenes en el periódico, tienen
demasiadas rejas en casa, toman demasiadas precauciones para emprender algo en
su tiempo libre. Y vuelvo a acordarme de la película de Fassbinder: El miedo
devora las almas.
Por la
tarde nos vamos andando al Parque San Martín. En el camino descubrimos una
gasolinera YPF (la recién nacionalizada) que tiene un buen bar con buen WIFI y
allí comemos y pasamos un rato.
El parque es un hervidero de gente, familias haciendo picnic para el que se han traído mesas y sillas del comedor de casa en las camionetas de trabajo, mujeres echadas en todas las sombras, varones jugando al futbol en todos los prados, abuelos cuidando a nietos, adolescentes perdiéndose por los matorrales. Parecían predominantes las familias peruanas y bolivianas, pero no lo aseguraría. Tras dos días sin ver ni un alma por las calles, el gentío del parque era un espectáculo gratificante.
El parque el dia 1 de enero de 2013 |
El parque es un hervidero de gente, familias haciendo picnic para el que se han traído mesas y sillas del comedor de casa en las camionetas de trabajo, mujeres echadas en todas las sombras, varones jugando al futbol en todos los prados, abuelos cuidando a nietos, adolescentes perdiéndose por los matorrales. Parecían predominantes las familias peruanas y bolivianas, pero no lo aseguraría. Tras dos días sin ver ni un alma por las calles, el gentío del parque era un espectáculo gratificante.
El último
día de nuestra estancia, Mendoza se abrió. Aparecieron las tiendas, la gente
iba afiebrada por la calle, probablemente para recuperar los dos días de
„arresto domicialiario“.
Se abrieron los pasajes mostrando su buena arquitectura modernista y sus bonitas vidrieras, vimos galerías comerciales que podrían estar en la Zeil de Frankfurt y, sobre todo, un mercado que podría ser el de Maravillas de Madrid y donde comimos buena comida tradicional, sin paliativos ni aparente queso analógico fundido.
Una calle el día 2 de enero |
Se abrieron los pasajes mostrando su buena arquitectura modernista y sus bonitas vidrieras, vimos galerías comerciales que podrían estar en la Zeil de Frankfurt y, sobre todo, un mercado que podría ser el de Maravillas de Madrid y donde comimos buena comida tradicional, sin paliativos ni aparente queso analógico fundido.
Por las
acequias corría agua, arrastrando las botellas de plástico y los envases de
tretrabrick. Las aceras de esta ciudad, rotas por las raíces de los árboles, interrumpidas
por los cubos colgantes de basura, bordeadas de esas enormes zanjas de casi un
metro de profundidad, pueden resultar peligrosas.
Clases sociales representadas en el Museo |
Ruinas de la iglesia de los Jesuítas causadas por el terremoto de 1861 Kirchenruine seit dem Erdbeben 1861 |
Nos vamos
a ver la plaza destrozada por el terremoto de 1861, donde, en el solar del
cabildo, un museo documenta la catástrofe, los restos de la iglesia de los
franciscanos, que son de adobe y están en proceso de museización.
Vimos también un modesto „serpentario“ donde se exponen unas 30 serpientes en condiciones de barraca de feria. Por primera vez veo una „yarará“, que son más pequeñas de lo que pensaba (algo debió fallar en mis lecturas de Horacio Quiroga. Cuánto tiempo ha pasado desde que estuvimos en Misiones?).
Vimos también un modesto „serpentario“ donde se exponen unas 30 serpientes en condiciones de barraca de feria. Por primera vez veo una „yarará“, que son más pequeñas de lo que pensaba (algo debió fallar en mis lecturas de Horacio Quiroga. Cuánto tiempo ha pasado desde que estuvimos en Misiones?).
Al día
siguiente salimos de Mendoza. Entregamos la llave de la jaula a la mujer del
policía, que era también una gimnasta. El taxista, que una vez más es simpático
y honrado, nos explica que el agua de las acequias se cortó para que ningún
borracho se cayera en ellas,
que los bares recogieron su mobiliario para defenderse de los borrachos y destrozones, „porque la juventud mendocina de ahora es muy mala“. Pero usted tendrá hijos, le digo. „Si, señor, la mayor de veinte...“ Y cómo puede decir eso?. „Porque es la verdad“, responde.
que los bares recogieron su mobiliario para defenderse de los borrachos y destrozones, „porque la juventud mendocina de ahora es muy mala“. Pero usted tendrá hijos, le digo. „Si, señor, la mayor de veinte...“ Y cómo puede decir eso?. „Porque es la verdad“, responde.
Nos
enteramos de que la gran masa de mendocinos se fue a festejar la Nochevieja a Valparaíso
(Reñaca), en Chile. Los periódicos traen fotos de los fuegos de la bahía,
excepcionalmente bonitos, y se quejan de las colas en la frontera (hasta 6
horas de retraso!!!) porque los aduaneros chilenos entorpecieron enormemente el
paso. También de que los precios eran tan altos que muchos mendocinos optaron
por volverse al día siguiente. „Tchjá!“, que diría nuestra amiga Heather, „Son
cosas que pasan por temer la fiesta en casa“.
Mendoza – 3 Tage tote Hose
Ich wollte immer schon nach Mendoza, Gabriel
dagegen hatte nach Cordoba eigentlich genug von adretten argentinischen Städten
und wollte in etwas exotischere und ländlichere Gegenden gelangen. Ich habe ihn
jedoch überredet, den Jahreswechsel in Mendoza zu verbringen – von Cordoba aus
immerhin insgesamt stolze 13 Stunden Busfahrt – und nun weiß ich gar
nicht, was ich über Mendoza schreiben soll.
Vorweg vielleicht etwas über unseren
grandiosen Zwischenstopp in San Luis, weil uns die 13 Stunden Nachtfahrt zu
viel erschienen und wir lieber was sehen wollten von dem Land dazwischen. Alle
13 Stunden waren bretteleben, 8 oder 9 davon voller Mais und Soja, etwa 2 reine
Steppe und die restliche Zeit, näher an Mendoza dran, war Wein in industriellem
Maßstab zu sehen, grade Pflanzreihen bis zum Horizont.
Die Nacht in San Luis war ereignislos, der Ort
unspektakulär, Platz und Straßen wie überall. Was spektakulär war, war der
Busbahnhof, der nicht – wie unser Reiseführer es behauptete – im Zentrum lag,
sondern am Stadtrand, am Fuße der einzigen Hügel der Reise, und brandneu (vor
10 Tagen mit Pomp eingeweiht). So neu, dass nichts funktionierte und noch kaum
etwas geöffnet war. Die Touri-Information hatte grade erst den Dienst begonnen,
ohne Informationsmaterial, so dass die Angestellten keine Ahnung von nichts
hatten und uns einen Stadtplan aus dem Internet ausdrucken mussten. Ich bin im
Aufzug steckengeblieben und musste unter Aufbrechen der (neuen) Türen gerettet
werden. Und unser Bus am nächsten Morgen zur Weiterfahrt war ausgebucht, so
dass wir bis nachmittags um 6 warten mussten. So viel zu San Luis.(Die Fotos von San Luis bzw. dem Busbahnhof und dem grandiosen Aufzug, in dem ich steckengeblieben bin, könnt ihr im spanischen Beitrag zu San Luis sehen. Gabriel hat einen längeren Text dazu geschrieben, ich hatte keine Lust, sorry ....)
Unser gemütlicher Tag im Busbahnhof von San
Luis hatte zur Folge, dass wir erst gegen 11 Uhr am Samstag Abend in Mendoza
ankamen. Allerdings doch etwas früher als erwartet, so dass „unser“ Polizist,
der Vermieter des Appartments, das wir nach viel Suchen für die Tage des
Jahreswechsels gefunden hatten, noch nicht da war. Der Taxifahrer blickte
besorgt. Er wollte lieber warten bis uns jemand ins Haus ließe. Nein, das sei
keine sichere Gegend... Na, das fing ja gut an! Dann kam aber der Polizist
ziemlich bald, wir waren nicht überfallen worden, und auch das Appartment war
ganz ok, wenn auch, wie sich herausstellen sollte, mit einigen technischen
Mängeln (TV ging nicht, das Internet nur eingeschränkt).
Aber so ein gewisser Zweifel blieb. Am
nächsten Tag war Sonntag. Die Stadt war wie ausgestorben. Man könnte uns an
jeder Ecke umbringen, und kein Mensch würde es merken.
1861 hat ein Erdbeben die Stadt Mendoza völlig
zerstört. Danach wurde sie um ca. 1,5 km versetzt wieder aufgebaut, mit sehr
breiten Straßen und großen Plätzen, die als Fluchtflächen im Falle einer
Wiederholung dienen könnten. Heute sind dort, wo früher das Zentrum war, nur
ein paar Reste einer Kirche erhalten. (Foto s. oben im span. Text)
Um Schatten zu spenden wurden alle Stadtstraßen mit Bäumen versehen. Inzwischen sind daraus wunderbare Alleen mit riesigen Bäumen geworden. Am Sonntag fährt da von Zeit zu Zeit mal ein Bus oder ein Pkw durch, aber meistens sind die Straßen leer. Nur bei uns vor dem Hauseingang lungern immer mal wieder irgendwelche Gestalten rum. Bis wir merken, dass an dieser Stelle eine Bushaltestelle ist, und dass die Gestalten ganz normale Leute sind. Und dass auch hinter den Straßenecken kein einziger Mörder lauert, sondern schlichtweg alle zu Hause, ausserhalb des Stadtzentrums sind. Blöder Taxifahrer! Übrigens auch die „Touristenpolizei“ – eine besonders unnütze Variante der Kategorie „Ordnungshüter“ – bellt uns aus dem fahrenden Auto an, wir sollten gefälligst die Kamera einstecken, wir provozierten ja schier einen Überfall. Als wir antworten wollen, dass sie lieber die Diebe fangen sollten als die Touristen zu verschrecken, sind sie schon weitergefahren. Gabriel grummelt irgendwas wie „ … und wenn es nach euch ginge, würden sie auch den Minirock verbieten, damit die Mädels nicht vergewaltigt werden ...“.
Um Schatten zu spenden wurden alle Stadtstraßen mit Bäumen versehen. Inzwischen sind daraus wunderbare Alleen mit riesigen Bäumen geworden. Am Sonntag fährt da von Zeit zu Zeit mal ein Bus oder ein Pkw durch, aber meistens sind die Straßen leer. Nur bei uns vor dem Hauseingang lungern immer mal wieder irgendwelche Gestalten rum. Bis wir merken, dass an dieser Stelle eine Bushaltestelle ist, und dass die Gestalten ganz normale Leute sind. Und dass auch hinter den Straßenecken kein einziger Mörder lauert, sondern schlichtweg alle zu Hause, ausserhalb des Stadtzentrums sind. Blöder Taxifahrer! Übrigens auch die „Touristenpolizei“ – eine besonders unnütze Variante der Kategorie „Ordnungshüter“ – bellt uns aus dem fahrenden Auto an, wir sollten gefälligst die Kamera einstecken, wir provozierten ja schier einen Überfall. Als wir antworten wollen, dass sie lieber die Diebe fangen sollten als die Touristen zu verschrecken, sind sie schon weitergefahren. Gabriel grummelt irgendwas wie „ … und wenn es nach euch ginge, würden sie auch den Minirock verbieten, damit die Mädels nicht vergewaltigt werden ...“.
Nachdem wir einige Tage in Mendoza sind, wird
uns die Grundstruktur der Stadt klarer, und damit auch, wieso unser Viertel von
bestimmten Leuten für gefährlich gehalten wird. Die neue Stadt hat sich in
Richtung Berge ausgedehnt, dort wo es leicht bergauf geht und geringfügig
frischer wird, sind die besseren Viertel. Im Übergangsbereich der alten zur
neuen Stadt hat sich dagegen alles Mögliche breit gemacht, Mischgewerbe und
alte Gebäude wechseln sich mit Lagerhallen, Geschäften, Parkplätzen, aber auch
leer stehenden Bauten und ungenützten Grundstücken ab. In dieser Gegend
konzentrieren sich die Einwanderer und Gastarbeiter aus Peru und Bolivien,
sicher ist es hier billiger als sonstwo.
Es gibt ein paar ganz gute peruanische
Restaurants, sonst ist das Viertel aber an den Feiertagen genauso verlassen wie
alles. Für einen Taxifahrer reichen die Charakteristika des Viertels wohl aus,
um es als schlecht zu charakterisieren, wir dagegen relaxen langsam, als wir
verstehen, woher der Wind weht.
In "unserem" Viertel / en "nuestro" Barrio |
Bewässerungsgräben in der Fussgängerzone |
Uns nervt mehr die Leere. Eine tote Stadt kann
man nicht lieb gewinnen. Nach dem Sonntag kommt der Montag, der 31.12.
Vormittags machen wir eine Bodega-Tour (siehe eigener Blog), nachmittags hat
dann wieder alles geschlossen. Auch das hinterletzte Internet-Lokal hat dicht
gemacht, die Stühle vor den Lokalen sind reingeräumt, Museen dicht, alles ist
verschlossen, auch die Bars und Restaurants sind zu. Sylvester feiert man
offenbar zu Hause. Und nur dort. Ein paar Touristen irren hilflos durch die
Innenstadt, die Argentinier sind wie vom Erdboden verschluckt. Endlich, am
Horizont, weit oben auf der „Alameda“ – einem breiten Boulevard, der am ersten
Abend rappelvoll mit Kneipen-Terrassen war – sichten wir ein paar
Sonnenschirme. Der Wirt des „Koyoten“ freut sich über ein paar verstreute
Gäste.
Er hat das Lokal vor 3 Wochen erst eröffnet, vorher hat er 6 Jahre in Spanien gearbeitet und ist es von dort gewöhnt, dass das Jungvolk Sylvester auf der Straße feiert. Wir leeren eine Flasche Wein bei ihm, nachdem wir um Mitternacht mit einem unserer 2 Piccolos auf einer Parkbank geprostet haben (den zweiten bekamen wir nicht auf!) und uns in Ermanglung von Glockenschlägen laut zählend 12 Rosinen in den Mund gesteckt haben (in Ermanglung von Trauben). So ist ein Minimum des spanischen Rituals bewahrt, es kann ein gutes Jahr werden.
Er hat das Lokal vor 3 Wochen erst eröffnet, vorher hat er 6 Jahre in Spanien gearbeitet und ist es von dort gewöhnt, dass das Jungvolk Sylvester auf der Straße feiert. Wir leeren eine Flasche Wein bei ihm, nachdem wir um Mitternacht mit einem unserer 2 Piccolos auf einer Parkbank geprostet haben (den zweiten bekamen wir nicht auf!) und uns in Ermanglung von Glockenschlägen laut zählend 12 Rosinen in den Mund gesteckt haben (in Ermanglung von Trauben). So ist ein Minimum des spanischen Rituals bewahrt, es kann ein gutes Jahr werden.
Zuerst kommt aber noch der nächste leere Tag
in Mendoza. Der 1. Januar ist natürlich Feiertag, und auch an diesem ist alles
hermetisch zu. Wir machen ein gemütliches Mittagspicknick in der Tankstelle –
zusammen mit anderen Verzweifelten.
Danach gehen wir in den Park, der recht weit außerhalb liegt, jenseits des bessere-Leute-Viertels. Und dort sind sie dann alle. Kein Restaurant, kein Café am See, kein Kiosk hat auf, aber die Leute haben alles in Picknickkörben und Eiscoolern mitgebracht, auch die Esszimmerstühle, damit die Oma bequem sitzen kann. Kind und Kegel, alle sind dabei, lümmeln auf der Wiese, halten Siesta auf der Decke, grillen, spielen, kreischen, lachen – hier tobt der Bär! Und angesichts von so viel Lebendigkeit verliert auch für uns die Stadt etwas von ihrer Unwirtlichkeit.
Neujahrsessen in der Tanke / Comida de
año nuevo en la gasolinera
|
Danach gehen wir in den Park, der recht weit außerhalb liegt, jenseits des bessere-Leute-Viertels. Und dort sind sie dann alle. Kein Restaurant, kein Café am See, kein Kiosk hat auf, aber die Leute haben alles in Picknickkörben und Eiscoolern mitgebracht, auch die Esszimmerstühle, damit die Oma bequem sitzen kann. Kind und Kegel, alle sind dabei, lümmeln auf der Wiese, halten Siesta auf der Decke, grillen, spielen, kreischen, lachen – hier tobt der Bär! Und angesichts von so viel Lebendigkeit verliert auch für uns die Stadt etwas von ihrer Unwirtlichkeit.
Ich studiere den Reiseführer |
Einkaufsgalerie /Galería San Martín |
En el mercado de Mendoza |
Und dann ist es Mittwoch, der 2. Januar, ein ganz
normaler Arbeitstag. Als wir aus dem Haus gehen und uns in Richtung Innenstadt
bewegen, treffen wir sie alle wieder, die aus dem Park und viele mehr, alle
900.000 Einwohner von Mendoza und Umgebung scheinen heute im Stadtzentrum zu
sein. Die abweisenden Gitter und Metall-Rollläden sind verschwunden, hinter
hässlichen, dreckigen, mit Graffiti verschmierten Toren haben sich Märkte und
Galerien geöffnet, überall sind Geschäfte und Lokale, Pizzakneipen und Frisöre,
Museen, Kioske, Cafés.
Durch die Bewässerungsgräben fliesst plötzlich Wasser (ich schwöre es, an den Feiertagen waren sie trockene Sammelplätze für Müll!), auf den Plätzen spielen Kinder, auf den Bänken lümmeln Jugendliche, in den Cafés schwatzen alte Männer und lesen die Zeitung. Die Welt ist wieder in ihrer Normalspur angekommen, wir finden uns zurecht, fühlen uns einen Teil davon und haben letztendlich mit Mendoza unseren Frieden gemacht.
In der Markthalle / en el mercado |
Durch die Bewässerungsgräben fliesst plötzlich Wasser (ich schwöre es, an den Feiertagen waren sie trockene Sammelplätze für Müll!), auf den Plätzen spielen Kinder, auf den Bänken lümmeln Jugendliche, in den Cafés schwatzen alte Männer und lesen die Zeitung. Die Welt ist wieder in ihrer Normalspur angekommen, wir finden uns zurecht, fühlen uns einen Teil davon und haben letztendlich mit Mendoza unseren Frieden gemacht.
Trockener Bewässerungskanal zum Schutz der Betrunkenen! Canal de riego seco, para que no se ahoguen los borrachos! |
PS – einige Tage später: Es war kein
Fehleindruck, die Sache mit dem fehlenden Wasser in den Stadtgräben. Wir hören,
dass die großen Bewässerungskanäle, deren Wasser aus den Staussen der Bergen in
die Ebene geleitet wird und das in Affengeschwindigkeit durch diese Betonkanäle
schießt, nun, dass diese Kanäle über Sylvester trocken gelegt waren, da man den
Suff der jungen Leute fürchtete, und wenn jemand in einen solchen Kanal fällt,
kommt er da nicht lebend wieder raus ...
Ohne Worte / sin palabras
Klischees
Ohne Worte / sin palabras
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen